Jubert Vladimir Calderón Salazar
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
jubert.calderon@unmsm.edu.pe
Resumen
El presente artículo analiza la postura editorial del semanario Justicia! durante las negociaciones del plebiscito de Tacna y Arica entre Perú y Chile en 1926. A través de un estudio hermenéutico de los números publicados entre marzo y junio de ese año, se exploran los discursos de resistencia peruana frente a la chilenización de las provincias cautivas. La investigación demuestra cómo la prensa fue un vehículo crucial para mantener viva la identidad y soberanía peruanas en un contexto de disputa territorial.
Palabras claves: Plebiscito, Tacna y Arica, semanario Justicia!, resistencia peruana, prensa.
Introducción
Una vez concluida la Guerra del Pacífico (1883), el Estado peruano perdió los territorios de Arica y Tacna temporalmente y Tarapacá de manera permanente; e intentó recuperarlos años después. A inicios del siglo XX, las negociaciones entre Chile y Perú no llegaron a un acuerdo, dado que cada uno defendía sus propios intereses económicos y políticos. No obstante, el gobierno peruano exigió a su contraparte chilena cumplir con la devolución de las provincias de Arica y Tacna, por lo cual se organizó un plebiscito acordado en el tratado de Ancón.
En medio de estas negociaciones, se planteaba la cuestión crucial de quiénes tendrían derecho a votar en el plebiscito. Mientras Perú abogaba por el voto de los hombres solteros, Chile sostenía que el voto debía estar limitado a personas alfabetizadas con propiedades en esas provincias. A pesar de los esfuerzos, el plebiscito no se materializó según lo acordado, y ambos Estados trataron de establecer regulaciones en caso de que finalmente se llevara a cabo.
El proceso se vio aún más complicado por la evolución de las relaciones entre Perú y Chile y las cambiantes circunstancias internacionales, como el final de la Primera Guerra Mundial. Durante este tiempo, los países buscaban reorganizar el orden mundial y recuperar territorios perdidos debido al conflicto. El discurso de los Catorce Puntos del presidente estadounidense Woodrow Wilson fue un factor clave en este proceso. Así como otras naciones estaban recuperando territorios perdidos, Perú también buscaba recuperar Arica y Tacna.
El semanario Justicia! destacó las dificultades que enfrentaban los peruanos en las provincias cautivas, haciendo eco de las tensiones y restricciones impuestas en el contexto de la disputa territorial. Esta publicación buscaba visibilizar las experiencias de los residentes locales y su lucha por mantener su identidad cultural y sus vínculos históricos con Perú. Aunque enfrentaba restricciones y amenazas, el semanario se convirtió en un símbolo de la resistencia en las provincias cautivas.
El objetivo del presente texto es analizar la actuación de la revista Justicia! en el contexto del plebiscito de Tacna y Arica: ¿Por qué un grupo de intelectuales peruanos editó una revista en ese contexto? ¿hasta qué punto lograron su cometido? Éstas son algunas de las interrogantes que nos haremos a lo largo de la investigación. Explorar cómo la prensa contribuyó a la preservación de la memoria histórica durante este proceso histórico. Investigar el papel de la prensa en la articulación de discursos de justicia y soberanía, así como en la difusión de ideas de resistencia y dignidad patriótica en un contexto de disputa territorial. Estos objetivos buscan comprender a fondo cómo la prensa, a través del semanario Justicia!, fue un agente clave en la defensa de los intereses peruanos, ya que buscaba la preservación de la identidad nacional en Tacna durante el plebiscito. La presente investigación se caracteriza por ser cualitativa interpretativa con una metodología hermenéutica, basada en el análisis de contenido del semanario haciendo una revisión detallada del contenido que fue publicado entre marzo y junio de 1926, junto con una revisión bibliográfica de estudios secundarios. Lo que permite un análisis detallado del contexto histórico del plebiscito de Tacna y Arica, así como de los eventos y circunstancias políticas y sociales que rodearon este proceso.
Conformación de la comisión plebiscitaria
Después de la derrota de la resistencia peruana liderada por el general Andrés Avelino Cáceres, se dio el fin de la Guerra del Pacífico con la firma del Tratado de Ancón (1883); trayendo consigo grandes perjuicios tantos económicos como sociales que estaban sufriendo ambas partes. De acuerdo con Víctor Andrés Belaunde (2016, p. 121) los distintos regímenes peruanos esperaban recuperar los territorios perdidos (Arica y Tacna) mediante el plebiscito acordado en el mencionado tratado. No obstante, dicha acción jurídica no se cumplió en el plazo establecido, por lo que el gobierno peruano lideró una serie de negociaciones diplomáticas con el fin de que se pudiera concretar el plebiscito.
Por su parte, Chile implementó diversas medidas que llevaron a un aplazamiento del plebiscito, mientras consolidaba su presencia en las provincias en disputa. Según Gustavo Pons a ese proceso se le conoce como “la política chilenización en las poblaciones peruanas de Tacna y Arica” (2017, p. 59); no obstante, el autor destaca que el país austral debía cumplir el art. III del Tratado de Ancón, pero aludían que tenían derecho de soberanía sobre estos territorios. A pesar de no concretarse el plebiscito, ambos países intentaron normar y regular lo que se debía realizar en caso ocurriera el plebiscito. Una de las cosas que se buscaba regular era quienes podían votar en la consulta popular si deseaban retornar al Perú, ambos países tenían distintas posturas. Chile planteó que el voto debía estar limitado a personas alfabetizadas con propiedades en esas provincias, una medida que buscaba asegurar una representación acorde con sus intereses en la región. Por su parte, Perú abogaba por un criterio más inclusivo, favoreciendo el voto de los hombres solteros, lo que reflejaba su propia visión de cómo debía proceder el plebiscito.
A pesar de que hubo una firma de protocolo entre Guillermo Billinghurst (representante peruano) y Juan Latorre (representante chileno), en el cual Chile aceptaba la devolución de las provincias mediante votación del Parlamento de dicho país, se siguió sin concretar lo estipulado en el Tratado de Ancón. La institución de Chile no aprobó el protocolo y se comenzó a estructurar una política de chilenización, por lo que algunos peruanos al verse acosados o siendo agredidos; se vieron forzados a retirarse de los territorios en conflicto a Lima u otras partes del Perú. Para Perú, la realización del plebiscito en ese momento implicaba un riesgo de que el resultado no reflejara fielmente las preferencias de la población, dada la compleja situación en las provincias en disputa. Las tensiones y diferencias entre ambos gobiernos dificultaron la creación de un escenario neutral para la votación; entonces los dos países propusieron llegar a un acuerdo que beneficie a ambos.
El Estado peruano planteó, ante el incumplimiento del tratado de Ancón por parte del país chileno, la anulación del tratado en mención, el retorno de los territorios perdidos y una subvención económica. Por su parte, Chile defendió que no se pudo realizar el plebiscito por las pocas condiciones que existían y que Tarapacá no estaba en cuestión de debate. No obstante, la tesis peruana entró en declive tras las negociaciones realizadas durante el gobierno del presidente Billinghurst (1912-1914). Abel Melgar (2019) señala que durante su mandato se accedió a las sugerencias de Chile para que se pueda encontrar una solución, lo cual fue rechazada por el país austral y al enterarse la población peruana de tal acto se incrementó su impopularidad y generó un malestar entre los militares. A su vez, Jorge Basadre complementa que “entre los sargentos hicieron resaltar, sobre todo, el peligro patriótico existente en el aplazamiento del plebiscito en Tacna y Arica, el abandono de la política armamentista, el descuido ante el ejército y las adulaciones a Chile” (2005, p. 108).
El fin de la Primera Guerra Mundial significó el restablecimiento de reuniones y acuerdos diplomáticos con el objetivo que distintos países realicen negociaciones mediante la paz. Destaca el discurso de los catorce puntos del presidente estadounidense Woodrow Wilson, el cual fue clave para restablecer el orden mundial que existía antes de la guerra. Como menciona Gérard Borras (2014) existía una nueva tendencia para concretar tratados que buscaban recuperar territorios perdidos por la guerra como lo hicieron Francia que recuperó Alsacia y Lorena, lo mismo Italia que recuperó Trieste. Por lo que el clamor peruano expresado en cancioneros también reclamaba que retorno de las provincias cautivas. El autor citado ejemplifica dicho caso con el Cancionero de Lima en el cual también se demonizan a ciudadanos bolivianos y chilenos por haber actuado en perjuicio de los intereses peruanos. Se incrementaron los ánimos por parte de los peruanos tras el hecho de que el presidente Calvin Coolidge acepte arbitrar el caso del cumplimiento del Tratado de Ancón con la condición de que los países involucrados restablezcan sus relaciones diplomáticas; a su vez acordaron que se realice distintas consultas separadas en las ciudades implicadas. Adicionalmente, Marty Ames (2005) afirma que durante el oncenio de Leguía (1919-1930) los ciudadanos peruanos aprobaron el objetivo de la política exterior de la “Patria Nueva” que se centraba en terminar de delimitar las fronteras pendientes, especialmente llevar a cabo el plebiscito de Tacna y Arica.
Pons señala que los funcionarios estadounidenses escucharon los alegatos y leyeron el material documental de ambas partes luego de varias reuniones en Washington. El presidente Cooldige emitió el fallo del arbitraje en 1925: “votarían los nacidos en Tacna y Arica mayores de 21 años alfabetos; peruanos y chilenos que el 20 de octubre de 1922 hubieran tenido dos años de residencia continua en dichos territorios; la supervigilancia del plebiscito estaría a cargo de una Comisión Plebiscitaria constituida por un delegado chileno, peruano y un representante del presidente de Estados Unidos” (Citado en Pons, 2017, p. 79). A pesar de estar en desacuerdo con el resultado, los representantes del Estado peruano aceptaron el fallo del arbitraje.
Seguidamente, se conformó la comisión plebiscitaria con un representante de cada país. Adicionalmente, cada uno organizó una delegación plebiscitaria que acompañaría a la comisión en su estadía en Arica. En Perú se destacan personajes como Jorge Basadre (1903-1980) y José Jiménez Borja (1901-1982) quienes estaban localizados en la nave Ucayali como también la nave de Estados Unidos Rochester y las naves de guerra de Chile O’Higgins y Condell. La comisión estaba liderada por el estadounidense John J. Pershing (1860-1948), el cual tras una serie de reuniones; analizó la situación que se encontraban los peruanos y la ciudad en sí; y las acciones jurídicas que realizaba Chile con el fin de que se realice lo más pronto el plebiscito.
Imagen 1. Recibimiento de Pershing en Tacna, 1925

Fuente: Biblioteca Nacional Digital de Chile, Sala Medina, B.N.D id: 315503 https://www.bibliotecanacionaldigital.gob.cl/bnd/635/w3-article-315503.html
En una documentada investigación, Ernesto Yepes (1999) señaló que Pershing y su equipo planteaba que era inviable su realización por las faltas de garantías, lo que chocaba con las conclusiones del Laudo y daba razón a los postulados del Perú. Sin embargo, a pesar de los cuestionamientos de Pershing a Chile, el secretario de Estados Unidos insistió que se debía realizar dicha acción jurídica; por lo que Pershing al estar en contra de esta idea, renunció a la comisión. Cuando Lassiter asumió parte de la comisión, arribó a Arica con la mayor predisposición de realizar el plebiscito y acordando plazos para su ejecución. No obstante, al leer el informe de Pershing sobre lo acontecido desde la creación de la comisión, hubo un contraste con su misión de organizar el plebiscito.
Justicia!: la lucha informativa en el Plebiscito de 1926
Paralelamente a los hechos y reuniones que realizaban la comisión plebiscitaria en Arica; ambas delegaciones además de apoyar sus bandos mediante discusiones y proponer ideas favorables a su bando; tuvieron la misión de realizar una campaña publicitaria a su propio favor, esta no se realizó exclusivamente en cancioneros, como se mencionó anteriormente. En el caso chileno, Basadre (1974) informó que la propaganda a favor de Chile la realizaba el diario El Pacífico y pasquines como El Ajicito, El Morro, El Roto, El Corvo, El Plebiscito; a su vez que los peruanos, en especial los estudiantes, eran obligados a usar la escarapela chilena y cantar el himno nacional de Chile.
Por el lado peruano, a pesar de las limitaciones que les imponía el gobierno chileno, se logró publicar distintos boletines informativos como El Alma de Tacna. Sobre el mismo, Edmundo Motta realizó un artículo donde destaca que una de las razones de su creación fue “que iba a producir una grave crisis de atadura con consecuencias psicológicas inevitables para toda una población condenada a cambiar de identidad, de país, de historia, de símbolos” (2019, p. 34). Asimismo, destaca la participación de La Prensa, dado que logró trasladar una imprenta a la nave Ucayali y de ahí se empezó a editar el suplemento La Voz del Sur, el cual Basadre señala que “fue recibido por la población nativa de todo el territorio con entusiasmo y como un símbolo de la peruanidad” (1974, p. 10); dado que significaba un riesgo enorme poder distribuirlo en Arica y Tacna (véase el Anexo 1).
Ante el incidente ocurrido el 5 de marzo de 1926, en el que los peruanos resultaron heridos por un ataque de chileno tras realizar un desfile con los símbolos patrios del Perú, y el cambio de comisionado estadounidense, la comisión plebiscitaria peruana vio necesario la creación de un semanario para que no solo la población de Arica esté informada, sino que también la tacneña (dado que desde 1911 no había un periódico peruano editado allí); haciendo un énfasis en el debate de ideas y actitudes que ocurrían en las reuniones.
La iniciativa para publicar Justicia! creo que surgió de José León y Bueno y de César Antonio Ugarte. Pronto su dirección fue asumida, hasta el final, por José Gálvez […] con la finalidad de difundir la tesis del Perú, exaltar los vínculos históricos entre Tacna y Arica y nuestro país, y hacer comentarios de actualidad que trataban de conservar gran altura, pues, en contraste con ciertas hojas chilenas. (Basadre, 1974, p. 27)
El semanario Justicia! se publicó cada miércoles del 24 de marzo de 1926 hasta el 12 de junio de 1926, contó con doce ediciones y en su mayoría presentaba un total de doce páginas. Esta publicación, de acuerdo con la información que brinda, era distribuida tanto en Arica como en Tacna y su costo, por su finalidad de difusión, era módico, a tan solo 20 centavos. La importancia que presenta este semanario no es exclusivamente en el desarrollo de la comisión plebiscitaria Tacna y Arica (1926), sino que tuvo un papel informativo y pedagógico para la población de las provincias cautivas; significó un intento para recuperar el sentimiento de peruanidad en ellos y la esperanza que volverán a las tierras de las que jamás debieron salir.
Imagen 2. Portada de la edición facsimilar del semanario Justicia!

Fuente: Imagen tomada por el autor.
Es importante considerar que el semanario fue publicado en un momento en que el Perú estaba bajo la dictadura de Augusto B. Leguía, un régimen que limitaba la pluralidad política y que, a pesar de su fuerte defensa de los intereses nacionales en el plebiscito, también influía en la forma en que se expresaban las voces críticas dentro del país. Este contexto pudo haber afectado la manera en que algunos colaboradores del semanario abordaban los temas, pues las discrepancias internas o críticas al gobierno peruano no siempre eran bien recibidas.
A su vez, la publicación significó un reto para los que eran partícipes como editores o columnistas (entre ellos Jorge Basadre, José Gálvez, José Jiménez Borja, José León, Raúl Porras Barrenechea, Cesar Ugarte, entre otros), puesto que estaban constantemente acechados por los miembros de seguridad del Estado de Chile; por lo que algunos se vieron en la necesidad de usar seudónimos o las iniciales de su nombre completo. No era la única publicación que padeció ello, Basadre y Jiménez Borja; ambos redactaban en El Alma de Tacna bajo el seudónimo de “unos tacneños”. Cabe mencionar, que a pesar del papel que tuvo el semanario en la coyuntura del plebiscito, este no ha merecido investigaciones como una fuente primaria y hasta el momento solo se usa como una fuente secundaria, para respaldar alguna información referida al contexto, como es el caso de García. Por el momento, solo se tiene las palabras de Basadre a la introducción de la edición facsimilar que realizó la Fundación del Banco Continental para el Fomento de la Educación y la Cultura en 1979.
Como mencionamos, una serie de intelectuales peruanos colaboraron con la revista. Los más jóvenes (como Basadre y Porras), pasarían a la posteridad como integrantes de la Generación del Centenario. En el caso de Raúl Porras (1987-1960), Gabriel García (2019) realizó una revisión de sus manuscritos en el Archivo Instituto Raúl Porras Barrenechea. En su investigación muestra citas en relación con el plebiscito que posteriormente fue publicado en el semanario bajo el título “Palabras de aliento”, reflejando la percepción de Tacna y Arica no solo como territorios disputados por su valor geopolítico y estratégico, sino también como símbolos de la resistencia y el sacrificio en el nombre de la patria. A su vez se enfatiza el heroísmo colectivo y la resistencia del pueblo tacneño y ariqueño, comparándolos con figuras de la antigüedad clásica y presentándolos como ejemplos vivos de virtudes morales y patrióticas.
En cuanto a José León y Bueno (1901-1968) formó parte de la generación del Centenario y fue considerado como uno de los grandes juristas de la época. León y Bueno junto con Cesar Antonio Ugarte (1895-1933), según Basadre (1974), fueron los tuvieron la iniciativa de publicar el semanario. Además, integró parte de comisiones peruanas para la realización del plebiscito. Otro personaje destacado fue José Jiménez, ya que fue convocado para formar parte de una de las comisiones peruanas durante el plebiscito; por otra parte, fue un tacneño que radicaba en Lima en donde Basadre (1974) destaca que ambos decidieron destacar los aspectos jurídicos del litigio en El Alma de Tacna.
Si bien el semanario Justicia! fue un espacio para la defensa de la identidad peruana y la recuperación de Tacna y Arica, no todos los colaboradores compartían exactamente las mismas opiniones. Intelectuales como Jorge Basadre y José Gálvez coincidían en la importancia de resistir la chilenización, pero existieron matices en sus enfoques sobre cómo debía ser la relación con el gobierno de Leguía y las estrategias diplomáticas que Perú debía seguir. Estas diferencias, aunque no siempre explícitas en las publicaciones, reflejan la diversidad de perspectivas dentro del equipo editorial.
El semanario emergió como un faro de luz en un contexto turbulento y desafiante, marcado por la larga lucha entre Perú y Chile por las provincias de Tacna y Arica, tras la derrota en la Guerra del Pacífico y la firma del Tratado de Ancón. En medio de este escenario, el semanario se alzó como un vehículo para expresar y defender la postura peruana y buscar la justicia que muchos ansiaban (véase el Anexo 2). Este semanario abordó las complejidades de la situación, objetivos claros y una profunda relevancia histórica, desempeñando un papel crucial tanto en la difusión de información como en la preservación de la identidad peruana en Tacna y Arica.
El semanario contó con una estructura recurrente en todos sus números, entre los que destaca “Blasones Tacneños” en el cual trataba de mostrar a las figuras peruanas representativas que participaban activamente en el plebiscito, entre ellas destacan Víctor González Mantilla, José Gómez, José Joaquín Inclán, entre otros. Por otro lado, tanto la “Editorial” y “Comentarios” eran secciones recurrentes, ahí escribían los que formaban parte de la delegación peruana. La redacción y la distribución de este semanario representó una serie de dificultades frente a las prohibiciones; aun así, pudieron solventar aquel problema y contaba con “palabras de fe” de personajes como A. Gustavo Cornejo, presidente de la Delegación Jurídica del Perú, el cual menciona que: “En la lucha plebiscitaria, en que están empeñados el Perú y chile, ambos países sostienen sus posiciones bajo el punto de vista de lo que creen sus deberes como estados: el CHAUVINISMO orgulloso del vencedor –quiere supeditar –sostenido por la fuerza– la dignidad patriótica apoyada en la Justicia” (Justicia!, 1926b, p. 3).
En la editorial del primer número del semanario, el director periodístico José Gálvez, además de expresar los objetivos de la publicación, dio un discurso motivacional en el que destaca la exigencia de justicia para las provincias cautivas y lo que podría representar para Perú y el resto de Sudamérica. Adicionalmente, en las páginas restantes de la publicación se realizó una pequeña contextualización de cómo se llegó al punto en que se encontraba el plebiscito, siendo importante para el análisis de cómo se investigaba la historia en ese tiempo. A su vez, se trató de volver a poner interés en que los habitantes puedan entender cuestiones de su patria, como lo expresa en el artículo “Comentarios” por Álvaro de Bracamonte y Orbegoso, dando un origen a esta palabra y dando razones para defender a la suya mediante distintos cánticos; de aquella forma se podría hacer frente a la chilenización.
Imagen 3. Aviso sobre el plebiscito

Fuente: Justicia!, 15 de abril de 1926, p. 2.
Víctor Andrés Belaunde (2016) señaló que Chile, al considerar que tenía un derecho legítimo sobre Arica y Tacna, buscó fortalecer su administración en las provincias mediante medidas como la reorganización del sistema educativo y la integración institucional. Mientras tanto, sectores peruanos observaban estas acciones con preocupación, interpretándolas como parte de una estrategia para consolidar el control chileno en la región. Cabe mencionar que este tema también fue tratado de manera constante en el semanario, donde se argumentaba que el plan resultó un fracaso tal como lo expresa Carlos Valdez de la Torre en su artículo “El fracaso de la chilenización”:
Cambiar los sentimientos de una masa de peruanos es un absurdo: y más lo es pretender la mutación recurriendo a métodos de ignominia, que contribuyen a reforzar los sentimientos de nacionalidad que crecen más y más, a medida que, con falta absoluta de visión política y con ignorancia de las leyes sociológicas e históricas, se extreman las medidas de terrorismo. (Valdez, 1926, p. 12)
Esto nos permite reflexionar que las mismas personas de las ciudades cautivas estaban aún preservando los valores patrióticos peruanos, lo que significaba una esperanza ante la realización del plebiscito. Ante la llegada del comisionado estadounidense Lassiter, el cambio de actitud que estaba asumiendo Chile fue de acuerdo con sus intereses políticos como ocurrió en el caso del arbitraje realizado por Estados Unidos en 1922 (Belaunde, 2016). Este cambio de parecer chileno fue criticado por el semanario. José Jiménez Borja, al ser éste participe y estar al tanto de las reuniones plebiscitarias, manifestó su rechazo ante el nuevo impedimento de Chile: “Debido a esta flagrante disparidad entre la experiencia de las garantías y su enunciación teórica es que el General Lassiter ha declarado a Chile rebelde al cumplimiento, en esencia, de los requisitos previos” (Jiménez, 1926, p. 10).
Lo cual, trayendo a colación, el fallo de Washington no representaba la realidad que estaba ocurriendo en Arica y Tacna. Percy Mac Lean en referencia de lo acontecido desde el arbitraje hasta los informes de los comisionados, hizo hincapié que la tesis peruana fue tomando mayor fuerza durante el paso de la comisión plebiscitaria:
Más tarde el General Lassiter se encargó de ratificar nuestra victoria, reconociendo la falta de garantías en vista de que continuaba reinando en Arica y Tacna una atmósfera de opresión sobre los cerebros y sobre las conciencias. El propio árbitro persuadido de la hostilidad indesarmable de Chile, se encargó después de ofrecer la mediación del Gobierno de Estados Unidos, confirmando así el concepto de sus representantes en Arica, desde que ella habría carecido de sentido práctico si a juicio del presidente Coolidge hubiera Chile cumplido su compromiso de honor otorgado las garantías necesarias para el cumplimiento del Laudo. (Mac Lean, 1926, p. 10)
La posición de Mac Lean es similar a los comentarios realizados por Yepes tras la traducción de los informes de Pershing y Lassiter que describen los sucesivos incumplimientos por parte del Estado chileno respecto a la realización del plebiscito. Con la llegada de Lassiter, se evidencia un nuevo nivel de incumplimiento, pues Chile dejó de asistir a las reuniones de la comisión, llegando incluso a enviar representantes de menor rango y, en ocasiones, no asistiendo en absoluto. Este cambio fue interpretado como un intento por parte de Chile de sabotear el proceso plebiscitario, como también lo señalan Pons y Belaunde, quienes coinciden en que las tesis de Chile perdieron validez y su gobierno optó por obstaculizar abiertamente la comisión.
Las publicaciones del semanario tuvieron un fin en el mes de junio. Las dos últimas publicaciones se enfocaron en la muerte de Manuel Espinoza Cuellar y el fin de la comisión plebiscitaria. En cuanto a lo primero, este personaje era importante durante la estadía de la comisión plebiscitaria, dado que según señala Juan Cuya (2021) fue el primer tacneño en retornar a su ciudad natal, no solo regresó a votar; adicionalmente recibía constante amenazas y agresiones, por lo que su fallecimiento no fue un caso fortuito. El semanario en su nota editorial le rindió homenaje y un discurso motivador con las siguientes palabras: “Nuestro dolor ante los restos mortales de Manuel Espinoza, tiene el significado trascendental y humano de la protesta contra la precariedad de nuestro destino; pero es más que eso: la imprecación de todo un pueblo ultrajado en su ideal y traicionado en su lealtad, contra el crimen que consumara el acto abominable” (Justicia!, 1926a, p. 2).
No obstante, Manuel Espinoza no era el único que estaba sufriendo constantes agresiones, la violencia había aumentado contra los peruanos en Arica y Tacna; tal fue el caso que Víctor Fernando Quevedo manifestó en el semanario:
Allí están las agresiones a los hogares de indefensas mujeres, a la que no se respeta y se apostrofa; las que cada noche se repiten infundiendo el terror en seres dignos de consideración, de amparo y respeto. Vemos cómo en pleno día se ataca a los peruanos hiriéndoles a mansalva y en pandilla, y cómo para colmo de injusticia se les imputa ser autores de la agresión de que se les hace víctimas, para conducirlos aporreados a los calabozos. (Quevedo, 1926, p. 12)
La comisión plebiscitaria ante los distintos aplazamientos por la violencia que se generaba en las provincias cautivas y el incumplimiento de Chile con las garantías requeridas para llevar a cabo el plebiscito; detalló estos incidentes en los informes de la comisión. Por lo que Yepes (1999) indica que el comisionado chileno Edwards no estuvo de acuerdo con el fin de la comisión, dado que prefería que el cumplimiento del plebiscito en vez de firmar un tratado; no obstante, no pudo convencer a los demás comisionados. En cuanto se dio fin a la estancia de la comisión en Arica, la delegación jurídica peruana al no tener más motivos de su estancia, partieron rumbo a la capital lo más pronto posible para evitar posibles agresiones; por consiguiente, ya no hubo motivo alguno de continuar con el semanario.
Reflexiones finales
El análisis detallado del contexto histórico y los eventos que rodearon el plebiscito de Tacna y Arica revela la complejidad de las circunstancias políticas y sociales que rodearon este proceso. La lucha por la devolución de estas provincias perdidas fue una cuestión fundamental para el Estado peruano. A través del semanario, se buscó promover el regreso de los territorios perdidos, mantener informada a la población y mantener viva la esperanza de recuperar lo que consideraban suyo; sirviendo como plataforma para intelectuales de la época que formaron parte de la comisión. A pesar de la historiografía peruana no ha tomado en cuenta al semanario, este refleja cierto sentir popular y las preocupaciones de una sociedad en búsqueda de reparación y justicia.
El semanario jugó un papel fundamental en el contexto del plebiscito de Tacna y Arica, sirviendo como una plataforma para la difusión de la causa peruana y la defensa de la soberanía nacional. Los escritos de destacados intelectuales como José Gálvez, Raúl Porras, Jorge Basadre y Percy Mac Lean, entre otros, proporcionaron un análisis profundo y crítico de la situación, resaltando la importancia de la justicia y la resistencia frente a la posible pérdida de territorios. Estos autores, a través de sus artículos, no solo informaron a la población sobre los eventos y desafíos del plebiscito, sino que también fomentaron un sentido de identidad y unidad nacional en un momento de crisis. A pesar de las restricciones y amenazas, el semanario se mantuvo firme en su misión de preservar la identidad peruana y resistir ante los esfuerzos de Chile para aplazar el plebiscito. Este semanario representa un ejemplo significativo de cómo la prensa puede influir y movilizar a la sociedad en la defensa de sus derechos y soberanía, y su estudio ofrece una valiosa perspectiva sobre la importancia de la comunicación en tiempos de conflicto.
La relevancia de esta lucha trascendió lo meramente territorial y se extendió al campo intelectual en el Perú, ya que los objetivos del semanario Justicia! fueron informar sobre los avances en las negociaciones, exponer la posición peruana, resaltar los lazos históricos y culturales entre Tacna, Arica y el Perú, y mantener el espíritu de resistencia entre los peruanos en esas provincias. A través de sus páginas, se expresaron opiniones, se analizaron eventos y se promovió un sentido de comunidad y solidaridad entre los peruanos atrapados en una situación delicada; además, su importancia radica en su capacidad para mantener viva la llama de la esperanza y la justicia en un contexto de adversidad y represión. El semanario sirvió como un medio de resistencia, permitiendo que los peruanos en Tacna y Arica tuvieran una voz y una plataforma para expresar sus puntos de vista y defender sus derechos. A pesar de las dificultades y amenazas, los colaboradores del semanario perseveraron, demostrando su compromiso con la causa y la determinación de no ser silenciados. En última instancia, el semanario se erige como un testimonio de la tenacidad del espíritu humano y la importancia de la lucha por la justicia y la identidad. Su legado perdura como un recordatorio de la capacidad de un medio de comunicación para inspirar y movilizar a las personas en busca de un ideal compartido. En un contexto de incertidumbre y desafíos, Justicia! fue una luz que guió a los peruanos en su búsqueda de un futuro mejor y más justo.
- Jubert Vladimir Calderón Salazar es estudiante de Historia de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, con una línea de investigación centrada en política exterior del Estado peruano en el siglo XX. Ha sido ayudante de cátedra de cursos de carrera; a su vez, participó en programas de voluntariado en archivos. Ha presentado investigaciones históricas en eventos académicos realizados en el Perú y Chile. Es coautor del artículo “El impacto del boom pesquero en Lima a través de la prensa escrita (1968-1975)” (Socializar Conocimientos, 5 (1), 2024.
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