Juan Miguel García Montoya
jugarciamo@unal.edu.co
Resumen
Este artículo tiene por objetivo comparar las representaciones sociales sobre la paz que tiene la comunidad indígena Nasa con las representaciones oficiales de paz que despliegan los gobiernos de Iván Duque y Gustavo Petro en Colombia. Para ello, se revisa la puesta en escena Nasa en sus medios digitales de mayor visibilidad y discusión. El principal resultado muestra que aunque hay mucha mayor cercanía en las concepciones sobre la paz de los Nasa respecto al gobierno de Gustavo Petro que al de Iván Duque, el elemento distintivo Nasa tiene que ver con la manera en que experimentan su relación con el territorio, dentro del cual buscan la armonía social mediante el diálogo, la transmisión cultural y la conexión espiritual con la naturaleza a través de su noción de Buen Vivir. Se concluye con el recurso a la hipermedialidad indígena como una estrategia eficaz de su resistencia política actual.
Palabras clave: Representaciones sociales, indígenas Nasa, paz, medios digitales, análisis comparado.
Introducción. Un tiempo de coyuntura
El objetivo de este trabajo es comparar las representaciones sociales sobre la paz que tienen las comunidades del pueblo indígena Nasa asentadas en las zonas de Tierradentro y Norte del departamento del Cauca, Colombia, en relación a las representaciones oficiales de paz que despliegan los gobiernos de Iván Duque y Gustavo Petro. Resaltan como referentes temporales para el mandato Duque sus objeciones al acuerdo de paz (entre febrero y junio de 2019) firmado entre el gobierno de Juan Manuel Santos y la exguerrilla de las Farc (2016), así como el lapso de las protestas ciudadanas en el marco del paro nacional (entre abril de 2021 y junio de 2022). Para el mandato Petro, se toman en cuenta sus declaraciones en la posesión presidencial del 7 de agosto de 2022, al igual que las posteriores vicisitudes en la implementación de su política de Paz Total1.
Adscribir este tiempo coyuntural de transición es relevante tanto para ubicar eventos específicos de disputa social (local y nacional) por los significados de la paz, como para identificar los posicionamientos estratégicos recientes del pueblo Nasa ante las políticas concernientes al conflicto armado colombiano por parte de ambos mandatos. Para ello, se toman en cuenta como fuentes primarias publicaciones en la red social X (antes Twitter) emitidos por los tres actores seleccionados, declaraciones ante medios de comunicación y para el caso de los indígenas Nasa, informaciones en dos de sus plataformas políticas más visibles: la página Web del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) y la página web de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN).
Los contenidos publicados responden a un interés por persuadir a los receptores de la legitimidad de sus posturas, pero esto no los exime de posibles contradicciones ni tampoco quiere decir que las mediaciones digitales agoten la totalidad de las representaciones sociales que emergen en la presencialidad. Sin embargo, se reconoce la importancia de la hipermedialidad en la construcción de la realidad indígena contemporánea (Sandoval, 2013), tendencia que viene aparejada con la reducción de la extensión del texto, la primacía de la imagen y la aceleración de los contenidos, los cuales adquieren un carácter intermodal; aspectos en que los Nasa no se encuentran desactualizados y frente a los cuales es necesaria una comprensión semiótica de las publicaciones, organizadas para su comparación entre actores mediante categorías de análisis vinculadas al flexible significante “Paz” (Fajardo y Zuluaga, 2023). En este sentido, las categorías propuestas para este estudio son: paz sin impunidad; paz territorial; a favor/en contra de los acuerdos de paz con las Farc; paz como diálogo social; paz con la naturaleza.
El propósito es comprender qué función cumplen los procesos de anclaje y objetivación conceptualizados por la teoría de las representaciones sociales respecto a las representaciones de paz en cada uno de los tres actores elegidos y, a partir de ello, reflexionar acerca de los efectos que estas representaciones sociales tienen en la configuración identitaria Nasa, en las diferencias y similitudes de sus objetivos políticos respecto a los de cada gobierno y finalmente en su concepción comunitaria del “Buen Vivir” (Wët Wët Fxincenxi).
Estereotipos y dominación de Estado: representaciones de paz del gobierno Duque 2018-2022
Las comunidades indígenas latinoamericanas han sufrido los efectos materiales, culturales y psíquicos de la dominación colonial, con sus diversas facetas hasta la actualidad. Los indígenas Nasa del suroccidente colombiano no son la excepción y se han visto amenazados desde la llegada de los españoles a sus territorios hace 500 años por el sistemático despojo, desplazamiento y explotación, la posterior violencia armada de actores estatales y no estatales, la falta de reconocimiento legal, la expansión de las fronteras agrícolas, ganaderas y mineras sobre sus resguardos y en las últimas décadas, por las consecuencias del cambio climático.
Este tipo de actuaciones en relación a los Nasa como grupo étnico se han visto validadas desde la concepción occidental estereotipada del ser indígena como “ser primitivo” y por lo tanto de menor valor en la sociedad colombiana, imagen en principio “inmutable” a pesar de irracional, compartida de generación en generación, en los medios de comunicación y en la cotidianidad. Stuart Hall (1997) enfatiza que los estereotipos son consecuencia de la influencia histórica de las representaciones sociales, entendidas estas últimas como el conjunto de estructuras significantes, cadenas de connotaciones, escalas de valoración/clasificación y campos semánticos que adquieren significado para ver y actuar en el mundo en contextos específicos. El poder es un aspecto transversal que organiza estos “modelos explicativos” y el Estado como formación compleja en las sociedades modernas juega un papel central en su organización social, en la medida en que condensa contradictoriamente prácticas y discursos de todo tipo –familia, economía, educación, nacionalidad, participación ciudadana, etc.– con la finalidad de normalizarlos en sistemas ideológicos de regulación, gobierno y dominación sobre grupos específicos.
Este esfuerzo de direccionamiento particular de las fuerzas socioculturales se puede leer de forma diferente en los dos mandatos analizados. Para el caso del gobierno Duque, la terminología encontrada en relación a su representación de paz tiene que ver con un énfasis en la seguridad, la lucha contra la criminalidad, el no debilitamiento estatal y en especial en contra de la impunidad y la falta de legalidad que representó desde su perspectiva el acuerdo de paz firmado con la exguerrilla de las Farc.
Imagen 1. Comunicado en redes de Iván Duque (2019)

Fuente: (Tweet cuenta oficial Iván Duque, 10 de marzo de 2019)
La política denominada Paz con Legalidad del gobierno Duque, adquiere su orientación propia desde la controvertida declaración del exministro del Interior Fernando Londoño en un evento preparativo de campaña del partido político Centro Democrático (CD), previo a las elecciones presidenciales del 2018 que darían la victoria a Duque: “El primer desafío del CD será el de volver trizas ese maldito papel que llaman el acuerdo final con las Farc” (Canal1Digital, 7 de mayo de 2017).
De modo que las dos principales categorías que se derivan de la forma en que el gobierno Duque se representó la paz, se pueden nombrar como paz sin impunidad y en contra de los acuerdos de paz con las Farc. Llaman la atención dos puntos. Primero que en varias de las declaraciones presidenciales no se habla en términos de “acuerdo” sino de “proceso” de paz, una escogencia deliberada en tanto se buscó desconocer la legitimidad de las negociaciones y la responsabilidad del Estado colombiano en la implementación de los compromisos adquiridos con los excombatientes y la sociedad en general. Segundo, la forma en que es enmarcada la palabra “impunidad” pretende una delimitación unilateral asociada a la arbitrariedad que significaría para el país la participación de excombatientes guerrilleros en escenarios deliberativos, aunque desconoce al mismo tiempo la culpabilidad de otros actores de crímenes de guerra en el marco del conflicto como las fuerzas armadas, dirigentes políticos, grupos paramilitares, terratenientes y empresarios.
Imagen 2. Comunicado de Presidencia de Colombia (2018)

Fuente: Tweet cuenta oficial de la presidencia de Colombia, 17 de noviembre de 2018.
La reproducción de esta narrativa confrontacional posterior al acuerdo de paz corresponde a lo que desde el enfoque de Johan Galtung (1969) se llama paz minimalista, es decir, una concepción sobre la paz limitada a la ausencia de conflicto, con la paradoja de que, para lograrla, se deben llevar a cabo ofensivas armadas y negación del reconocimiento del otro como interlocutor válido, puesto que es el causante de la falta de paz, entendida como ausencia de orden para el statu quo.
Así, otros aspectos relevantes en la representación de paz en este sentido minimalista del gobierno Duque, se confirman por las connotaciones que se le dan al uso de la categoría paz territorial:
Este gobierno tiene una política de paz con legalidad […] nos obliga a estar en los territorios […] el cáncer que por años ha afectado nuestro país se llama narcotráfico […] nosotros necesitamos consolidar cada vez más la lucha contra ese flagelo. (Declaración del presidente Iván Duque sobre la política de Paz con Legalidad, Canal de YouTube de la Presidencia de la República de Colombia, 8 de enero de 2020).
Desde esta perspectiva, el control territorial depende de la eficacia de las fuerzas armadas en consonancia con la política antidrogas tradicional de erradicación de cultivos ilícitos mediante la aspersión aérea de glifosato y la criminalización de los campesinos e indígenas cultivadores, por encima de otras intervenciones estatales de asistencia social y desconociendo otros usos de la hoja de coca no destinados a la producción de cocaína2. Vale además recordar que esta lógica de la militarización fue trasladada a la manera en que se gestionó el estallido social en las movilizaciones ciudadanas del paro nacional, con el resultado de una violenta represión a los manifestantes, en su mayoría pacíficos.
La paz en disputa: los Nasa en el accionar político del paro nacional de 2021
Sin embargo, este poder descrito hasta el momento no en una sola dirección y sin resistencias, sino que por el contrario se ve enfrentado a la capacidad de agencia de los colectivos sociales como actores activos (Hall, 1997). De esta manera, en el marco del paro nacional estas representaciones contradictorias de “violencia para alcanzar la paz” se vieron disputadas por la sociedad en general y por los colectivos Nasa en particular, justamente mediante la reivindicación de su derecho a la protesta y a la autoorganización comunitaria (Suárez y Portela, 2023) en lo que se puede categorizar como paz como diálogo social.
Imagen 3. Comunicado CRIC (2020)

Fuente: Tweet cuenta oficial del CRIC, 14 de octubre de 2020.
Conviene en este punto notar la inconsistencia de un argumento de Serge Moscovici (1979), fundador del concepto y de la primera fase de teorizaciones sobre las representaciones sociales. Según él hay una diferencia sustancial entre los mitos de las culturas no occidentales y las representaciones sociales de la sociedad occidental, en la medida en que los primeros al ser aglutinantes y configurar una filosofía única se mantienen fijos (y se deduce que las identidades que estos movilizan también), frente a la multiplicidad y contingencia de los lenguajes modernos (ciencia, arte, derecho, tecnología, política, economía, etc.).
No obstante, este análisis permite observar los modos en que el pueblo Nasa, por ejemplo, reapropió los significados tradicionales de la minga indígena. De representar una forma de organización del trabajo para colaborar en comunidad (construyendo una casa para una familia, recogiendo la cosecha, reparando caminos) y tras la cual siempre se termina con una celebración, se ha ido configurando, en los últimos años, en un significado político más amplio como “hacer caminar la palabra”, es decir, la expresión viva de las reclamaciones de las regiones que se desplazan hacia los centros urbanos de poder y a la unión social en la fiesta de la movilización. Vemos entonces cómo interpelaciones emotivas son acogidas y reelaboradas en identidades conscientes (González Rey, 2008). Aspectos que contribuyeron tanto para persuadir a sectores diversos y en ocasiones en conflicto (estudiantes, profesores, campesinos, comunidades afro, sindicalistas) que terminaron incorporando simbología propia del proyecto indígena en las banderas del paro nacional, como para resistir a la represión policial y a los estereotipos de los sectores más conservadores de la sociedad.
Imagen 4. Comunicado CRIC II

Fuente: Tweet cuenta oficial del CRIC, 11 mayo de 2021.
La decisión de utilizar medios digitales de difusión, la lectura crítica de la coyuntura nacional e internacional –fueron referentes las protestas en Chile de 2019– y la articulación con otros grupos son evidencia que disputa la idea de que las representaciones sociales son sólo una reproducción inconsciente de normas y valores3. Por el contrario, también pueden alcanzar un nivel reflexivo de justificación política en un tipo creativo de identidad a partir del recurso a elementos diversos de su memoria colectiva. Chaves et al. (2019), sostienen que la identidad política Nasa actual de defensa de sus costumbres, rituales y cosmogonía ancestrales es en realidad una decisión colectiva de re-etnización, como alternativa a otras formas anteriores de enfrentar el conflicto armado. Un ejemplo de ello tiene que ver con la conformación en 1984 y posterior desmovilización en 1991 de la guerrilla indígena Quintín Lame tras los acuerdos de paz con el gobierno de César Gaviria, luego de reconocer como comunidad que su accionar armado los estaba alejando de su objetivo de Buen Vivir e incluso colocándolos al mismo nivel que el resto de los victimarios.
Estos mismos autores argumentan además que la decisión Nasa de defender una postura no-violenta frente a la guerra en la contemporaneidad no se debe malinterpretar como un llamado a la pasividad. Ellos recuerdan el papel organizativo de la Guardia Indígena Nasa o como prefieren ser llamados Kiwe Thegnas (seres terrenales) en su labor para cerrar las filas, simbólica y literalmente, a los grupos armados, a partir de la cual se han dado situaciones en que más de 400 indígenas desarmados han logrado cercar a unos cuantos guerrilleros armados, obligándolos a entregarse para ser juzgados por la jurisdicción indígena.
Algunos elementos clave de las representaciones sociales: anclaje y objetivación
Si bien se acepta que las representaciones sociales tienen la función de enmarcar la realidad –definen problemas, analizan sus causas, realizan juicios morales, proyectan sus consecuencias y promueven determinadas soluciones (Entman, 1993)– todavía continúa el debate acerca de “dónde” deben ubicarse exactamente, si entre el sujeto y el objeto a nivel cognitivo o a nivel intergrupal desde el ámbito simbólico. Por tanto, sus detractores consideran como alternativas más rigurosas el análisis del discurso, el enfoque retórico o los argumentos teóricos (Moñivas, 1994), mientras que sus defensores afirman que los que piensan son los individuos, no los grupos ni las sociedades, pero con base en una información ampliamente difundida. Para esto, adoptan la definición de Moscovici (1988) según la cual las representaciones sociales serían sistemas de valores, creencias y prácticas de determinado grupo cultural para 1. establecer un orden en el que orientarse en el mundo material y social; 2. hacer posibles los códigos comunicativos para el intercambio social, el aprendizaje inter e intrageneracional y las maneras de nombrar y clasificar a los contextos, a los demás y a sí mismos.
No obstante, González Rey (2008) afirma que Moscovici no tuvo suficientemente en cuenta ni a las emociones ni al individuo en su teorización de las representaciones sociales, ya que lo que más define la individualidad son los afectos (imaginación, fantasía, deseo, sentimientos, estados de ánimo, sensaciones, etc.) y no únicamente las “creencias compartidas”. En este sentido, reconocer que los acontecimientos colectivos no inciden uniformemente en las producciones subjetivas –cada experiencia vivida adquiere sentidos distintos– implica también reconocer que una de las posibilidades del cambio social reside al interior del sujeto, aún más en cuanto se organice con otros cientos o miles que comparten un sentido colectivo, aunque por supuesto no totalmente homogéneo. Esto además implica contrastar el papel de los liderazgos dentro de los grupos como dinamizadores de la negociación de sentidos e incluso comprender las mayores o menores habilidades psicológicas para la resiliencia. No es sólo que se difundan mensajes de resistencia, es que se interiorizan subjetivamente a modo de emociones que se configuran como actitudes de vida, algo que se profundiza con la adopción estratégica de la ancestralidad y el comunitarismo, como veremos más adelante que sucede en el caso de los Nasa.
Más allá de estas críticas, la función que cumplen los procesos de anclaje y objetivación conceptualizados por la teoría de las representaciones sociales mantiene vigencia. De acuerdo con Moñivas (1994, citando a Moscovici, 1981, p. 415) “el proceso de anclaje posibilita que algo no familiar e inquietante, que incite nuestra curiosidad, sea incorporado dentro de nuestra propia red de categorías, permitiéndonos compararlo con aquello que nosotros consideramos como miembro típico de esa categoría”. De modo que anclar es clasificar, categorizar, etiquetar, describir, distinguir, y sobre todo incorporar un elemento desconocido de la realidad a un prototipo ya conocido para establecer una relación positiva o negativa con él y atribuirle cualidades e intenciones.
Del otro lado, la objetivación es la habilidad para materializar una entidad abstracta. En una primera fase, es la capacidad de pasar de un concepto, de unas palabras a una imagen o un núcleo figurativo. En la segunda fase, el proceso consiste en pasar de la idea ya visualizada en la mente a una realidad concreta
el concepto es verdaderamente naturalizado, marcando el momento en que lo percibido reemplaza a lo concebido y es su extensión lógica; es decir, la construcción de un modelo, de una imagen, sirve para categorizar nuevos elementos o situaciones de la realidad haciendo natural lo que en principio era abstracto. Lo representativo se convierte en cosa. La discrepancia entre representación y cosa representada se borra. (Moñivas, 1994, pp. 415-416)
Ambos fenómenos operan constantemente porque las representaciones sociales van y vienen entre lo material y lo simbólico. Pero, si bien ambos dependen de la relativa estabilidad de unas convicciones y unas ideas jerarquizadas previamente concebidas, su principal diferencia consiste en la finalidad de cada proceso: el de anclaje se orienta más a la comprensión cognitiva del entorno, mientras que el de objetivación más hacia una voluntad de incidir en el entorno. En realidad, una cosa no se puede sin la otra.
En todo caso, todo este conjunto de dimensiones habla a favor de las representaciones sociales como concepto, en la medida en que incorporan su inagotable procesualidad y retroalimentación, pudiendo convivir teóricamente con la ambivalencia de la vida real: oscilan entre lo individual y lo social, lo consciente e inconsciente, la emoción y la cognición, la memoria a corto y a largo plazo, lo fijo y lo variable. Por lo que se puede ser más o menos crítico dentro del inevitable recurso que hacemos de las representaciones sociales. Precisamente fue la activación de este cúmulo de factores los que propiciaron la efervescencia de lo que fue el paro nacional en Colombia con su inmediata consecuencia política: la victoria electoral de un presidente de izquierda por primera vez en la historia del país.
Un cambio histórico en el gobierno nacional: representaciones de paz del gobierno Petro 2022-2026
Ya desde el discurso de posesión presidencial se evidencian oposiciones directas frente al mandato anterior y otras consideraciones que amplían los sentidos previos e incorporan otros nuevos.
En lo que respecta a los acuerdos de paz con las Farc, los avala completamente. Se escucha por parte del mandatario:
Que la paz sea posible. Tenemos que terminar, de una vez y para siempre, con seis décadas de violencia y conflicto armado. Se puede. Cumpliremos el Acuerdo de Paz, seguiremos a rajatabla las recomendaciones del informe de la Comisión de la Verdad. Este es el Gobierno de la vida, de la Paz, y así será recordado (Discurso de posesión presidencial Gustavo Petro, Noticias Caracol, 7 de agosto de 2022).
En el caso de la categoría paz territorial se observa un discurso más cercano a la promoción de los derechos humanos. Este presidente se comprometió a:
construir distritos de riego con el Ejército y casas campesinas y caminos vecinales con los soldados de la Patria. Ejército, sociedad y producción pueden unirse en una nueva ética social indestructible. Los helicópteros y los aviones, las fragatas, no solo sirven para bombardear o disparar, también sirven para crear la primera infraestructura de la salud preventiva del pueblo colombiano (Discurso de posesión presidencial Gustavo Petro, Noticias Caracol, 7 de agosto de 2022).
Al igual que con el acuerdo con las Farc, hay una referencia directa en oposición a la militarización del gobierno Duque. Sin embargo, si bien se amplía la gama de intervenciones posibles y las publicaciones encontradas en la red social X dan cuenta de ello (buscan mostrar el esfuerzo del gobierno en la titulación de tierras a campesinos, diálogos con la minga indígena, llamados a la movilización popular para legitimar el gobierno, entrega de viviendas, ambulancias e instituciones educativas, reparación de vías, sustitución de cultivos ilícitos e incentivos para la producción agroindustrial), al mismo tiempo se mantiene una tensión entre presionar militarmente a los grupos armados y una disposición a entablar mesas de negociación, lo que para algunos analistas ha derivado en una hoja de ruta errática intrínseca a la política de Paz Total (Ríos, 2024).
Imagen 5. Comunicado Gustavo Petro (2024)

Fuente: Tweet cuenta oficial Gustavo Petro, 25 de abril de 2024.
De igual manera, las representaciones del gobierno Petro que se pueden incluir dentro de la categoría paz como diálogo social, van desde los intentos de negociación con los grupos armados, hasta la conformación de unos diálogos regionales vinculantes que incentivan la participación ciudadana para proponer alternativas a las problemáticas de convivencia y desarrollo en los territorios. Si bien puede resultar contradictorio que lo que se decida en las mesas de negociación con los grupos armados no incluya directamente la participación de la sociedad civil, la idea de diálogos regionales vinculantes y la disposición a mantener una línea de comunicación abierta con las reclamaciones de la minga indígena en particular muestran mayor cercanía con los propósitos políticos hacia la paz que elabora el pueblo Nasa que el gobierno anterior.
Incluso esto les ha valido a los Nasa acusaciones de una supuesta cooptación de su movimiento por parte del gobierno actual:
Imagen 6. Comunicado Pancho Santos (2024)

Fuente: Respuesta del CRIC a Francisco Santos, 28 de abril de 2024.
Por último, en lo relativo al análisis de la categoría paz con la naturaleza que el gobierno Duque nunca concibió, para el caso del gobierno Petro la propuesta de una producción agroindustrial podría ser leída a priori como contraria a la relación que tienen las comunidades indígenas con la Madre Tierra. No obstante, observando en general las posturas de este mandato respecto a la exploración de hidrocarburos, la exportación de carbón y la protección de la selva amazónica, entre otros asuntos, estas dan a entender una visión que intenta integrar el desarrollo económico con la preservación de la biodiversidad (Garzón, 2023).
Todos estos elementos permiten hablar entonces de una paz positiva en la terminología de Galtung (1969) o incluso de un intento por consolidar una cultura de paz en medio de la continuación de un conflicto armado con nuevas dinámicas.
Justamente esta última categoría es la que mejor habilita el puente de comparación del pueblo Nasa con el gobierno Petro. Si bien claramente son más las similitudes que las diferencias respecto al gobierno anterior, profundizar en la representación de paz que elaboran los indígenas con la naturaleza nos permite llegar al propósito de este trabajo: la relación de sus representaciones de paz con su identidad, con los objetivos políticos de los dos gobiernos y con su concepción del Buen Vivir (Wët Wët Fxincenxi).
Los sentidos diversos de “la Paz” Nasa: armonía social, equilibrio espiritual, tradición cultural y conexión con la naturaleza
Un primer acercamiento del sentido Nasa de “Paz” nos lo ofrece la lideresa caucana Kiwe Thegna Flavia Largo. Las labores de la guardia indígena pasan por la captura y retención de miembros de grupos armados tanto legales como ilegales, destrucción de sus pancartas propagandísticas, control de carreteras, caminos y puntos de entrada a los resguardos, alertas a la comunidad sobre riesgo de bombardeos o combates, capacitaciones y entrega de radio-comunicadores, prevención del reclutamiento forzado de menores, búsqueda de personas desaparecidas, desmantelamiento de laboratorios de cocaína, así como la recuperación de predios indígenas que han sido invadidos por los monocultivos de caña de azúcar o de marihuana y coca para uso ilícito. Pero Flavia dice que van más allá, hacia un proceso integral de liberación de la Madre Tierra (Uma Kiwe).
Hay muchas maneras de liberar la Madre Tierra. Una es dejar descansar las áreas donde nacen los ríos y quebradas, es decir, no talar ni cultivar, ahí debemos sembrar más árboles y cuidar el agua. […] Para las mujeres Nasa liberar a la Madre Tierra también es volver a la raíz y apropiarse de su identidad cultural. Por eso, recuperamos saberes como el idioma materno, el Nasa Yuwe, la música, el tejido y la huerta o tul, para de esta forma avanzar hacia el sueño de autonomía llamado Wët Wët Fxincenxi (Buen Vivir) (entrevista a Flavia Largo, Consejo Regional Indígena del Cauca, 16 de diciembre de 2021).
Los Kiwe Thegnas son elegidos por la comunidad para ser portadores del bastón de mando o chonta, un símbolo de liderazgo, fortaleza y responsabilidad frente a las amenazas externas, pero también para mediar en la resolución de conflictos internos y en la educación de la juventud en los valores comunitarios. El podcast radial Tejido de comunicación para la verdad y la vida ACIN recoge algunos testimonios de Kiwe Thegnas:
Nuestra labor es el trabajo comunitario, cuidar a los más necesitados, proteger los espacios de vida. Es tener valor, corazón grande. Orgullo y no temor. Es un sentir y hacer entre todos. También es enseñanza en la educación. Mantenimiento de las costumbres, unidad, respeto hacia los demás para que nos respeten a nosotros. Que todos tengamos comida. […]
Por eso nosotros no hablamos de paz, sino de armonía y conexión con la madre naturaleza como personas. Actuamos, pensamos, planeamos, soñamos en relación a nuestros mayores espirituales, que son los que nos orientan y protegen. Es la armonía entre lo positivo y lo negativo. Esa es la vida, las dos son necesarias. Eso es el Wët Wët Fxincenxi” (Consejo Regional Indígena del Cauca, 27 de agosto de 2021).
Otro rol de liderazgo lo tienen los The’ Wala o médicos tradicionales. Los The’ Wala se encargan de estudiar las propiedades curativas de las plantas que crecen en sitios sagrados. Son los sabedores de cómo recolectarlas, prepararlas y administrarlas en ceremonias de sanación individual y colectiva frente a enfermedades de origen espiritual. Son los intermediarios entre las fuerzas espirituales y la comunidad, ya que para los Nasa todo lo que existe en la naturaleza, desde las montañas, la luna y el sol hasta los ríos, piedras y animales, tiene un espíritu que debe ser respetado y los The’ Wala se comunican con estos espíritus y piden su guía y protección, además del restablecimiento del equilibrio en momentos de crisis. Por lo tanto, también orientan en el uso sostenible de recursos, la protección de los sitios sagrados, mantienen viva la conexión con los antepasados y transmiten sus conocimientos a los más jóvenes que estén dispuestos a aprender su arte medicinal4.
Un tercer ejemplo de la relación dialéctica entre liderazgos subjetivos y toma de decisiones comunitarias se ve en la forma de organización política de base denominada cabildo. Si bien cada cabildo tiene un gobernador que representa legalmente a la comunidad frente a otros cabildos, organizaciones no gubernamentales, organizaciones campesinas, afro y ante los funcionarios públicos del Estado colombiano, se debe resaltar la manera en que se toman las decisiones más cruciales.
Aunque los gobernadores tienen mayor influencia debido a sus funciones administrativas como el manejo de fondos, la supervisión de proyectos y dar entrevistas a medios de comunicación, cada tanto tiempo se disponen asambleas generales denominadas reuniones de análisis de contexto, en las que participan hombres y mujeres mayores de edad, los Kiwe Thegnas, ancianos mayores y las autoridades de los cabildos para resolver conflictos al interior o con otras comunidades. En este proceso de toma de decisiones se presentan tensiones pero en situaciones de emergencia es normal que la autoridad práctica de los gobernadores termine por ceder a lo que los Nasa llaman el pensamiento y poder distribuidos o, en otras palabras, el control descentralizado del liderazgo comunitario expresado en la asamblea general.
Ellos discuten las posibles intenciones detrás de las acciones de los adversarios, los problemas en las comunidades, las consecuencias políticas de sus propias acciones y la relación entre su contexto local y las tendencias nacionales. Sus análisis están bien informados; los participantes saltan de las situaciones locales a las nacionales, del pasado al presente y los eventos futuros, comparando las circunstancias actuales con experiencias anteriores. (Chaves et al., 2020, p. 51)
Conclusiones: anclaje y objetivación de las representaciones de paz
Con los elementos planteados podemos decir que debido a que las representaciones de paz del gobierno Duque consistieron en las categorías de paz sin impunidad, en contra del acuerdo de paz con las Farc y en una paz territorialdesde la militarización, su proceso de anclaje redundó en la profundización de la dicotomía “nosotros legítimos” (a favor del gobierno) frente a los “otros ilegítimos” (en contra del gobierno). Esta reducida, contradictoria y eufemística representación de paz conllevó a ver enemigos en todas partes y por tanto no fue gratuita la objetivación en acciones represivas en el paro nacional y los intentos de obstaculizar la participación política de excombatientes.
En el caso del gobierno Petro, las representaciones de paz giran alrededor de las categorías a favor del acuerdo de paz con las Farc, paz territorial con enfoque de derechos humanos, paz como diálogo social y paz con la naturaleza. En términos de anclaje, se observa que su objetivo político de alcanzar una paz positiva (con justicia social) ha llevado a la persistencia en negociar con grupos armados en medio del conflicto, aun cuando esto resulte en un comportamiento errático. La imprevisibilidad de los actores armados es incorporada por las representaciones de paz del gobierno Petro desde sentimientos de confianza y esperanza en la salida negociada de la guerra como única transición viable. Por el lado de las objetivaciones, estas propenden por intervenciones de asistencia social que se articulen con los intentos de desescalar la violencia.
Finalmente, la experiencia de los indígenas Nasa. Aunque analíticamente se pueden separar las categorías de paz territorial, paz como diálogo social y paz con la naturaleza, en la práctica vemos cómo las tres se unen en el Wët Wët Fxincenxi. En términos ontológicos esta es la principal ruptura con las representaciones de paz de ambos gobiernos, en la medida en que no se diferencia el mundo físico, del mundo espiritual y emocional (Suárez y Portela, 2023). Esta representación ampliada de lo que en occidente hemos denotado “cultura de paz”, lo que hace es reconsiderar sus elementos constitutivos e incorporar otros “nuevos” (más bien muy viejos) de una manera integral. Contrario a la dualidad ontológica y jerárquica de la racionalidad moderna entre Objeto-Sujeto; Naturaleza-Cultura; Razón-emoción; Gobernante-Gobernado, etc., la cosmovisión indígena comprende los procesos y las sustancias como un continuo, un devenir infinito.
De esta manera, los indígenas defienden en un sentido irremplazable la idea de que no son sin sus prácticas ni su territorio y viceversa (Merchán, 2015; Oviedo, 2011). Esto conlleva también una concepción distinta del tiempo. No lineal e impredecible, sino circular, en la medida en que se aprende de los antepasados que siempre se puede volver a florecer una vez más. Esto no quiere decir que “como ya se sabe qué esperar” la actitud ante la vida sea un asunto pasivo. Por el contrario, el llamado es a aprender a vivir y morir según las nociones de armonía, equilibrio y tranquilidad, o en palabras de Donna Haraway (2016) a evitar “la doble muerte”, la catástrofe total de la desaparición de todos los planos. Justamente por esto, es que el Wët Wët Fxincenxi implica una decisión estratégica de abrazar la no-violencia, junto con otras formas activas de enfrentarla para impedir el círculo de la venganza y la desaparición de los Nasa.
Igualmente, implica abrazar una política que occidente ha dado en llamar democrática, pero incluso aún más, porque requiere del respeto de las decisiones vinculantes de la comunidad y de su participación y no sólo de su delegación mediante el voto y la representación política. Por último, el Wët Wët Fxincenxi implica una verdadera interdependencia con el territorio y la naturaleza, contrario a ciertas posturas del ecologismo que ven en la protección de determinados recursos naturales una posibilidad de continuación del desarrollo y del capitalismo, pero ahora “sostenible” y “verde” respectivamente, lo cual no hace sino reproducir la lógica antropocentrista e instrumental de mantener los privilegios humanos sobre el curso natural.
Según la terminología escogida dentro de la teoría de las representaciones sociales, el anclaje Nasa se evidencia en su habilidad para leer la coyuntura del paro nacional como una oportunidad para visibilizar sus intereses políticos de autogobierno, defensa de sus costumbres y de Uma Kiwe. La objetivación se ve en la continuación de estas acciones en el gobierno actual, es decir, verlo como un aliado importante, pero no como un actor que venga a reemplazar sus concepciones, proyectos y potencia de autodeterminación. Es objetivación también actuar en concordancia con los requerimientos espirituales.
Para concluir, el último aspecto de análisis en este trabajo tiene que ver con el uso diferenciado de los medios digitales seleccionados. Como se pudo ver, mientras los tweets de los mandatarios tienden a usar textos cortos y generalmente en un tono confrontacional, tal vez por las mismas modalidades de interacción que propone la red social y por la normalización de un estilo afín al populismo, los contenidos de los indígenas Nasa aprovechan más los lenguajes visuales y sonoros (podcast, mayor uso de imágenes, videos). Los comunicados del gobierno Duque son más consistentes en la unidireccionalidad de sus intenciones, mientras que los del gobierno Petro son más variados e impredecibles. Es muy probable que la selección de otras fuentes mostrará mayor diversidad en los formatos de los mandatarios. Sin embargo, a diferencia de estos últimos, el foco de la atención en los mensajes Nasa se lo llevan los colectivos y no figuras personales, sus textos son más largos e incluso muchos de sus contenidos tiene una finalidad pedagógica tanto dentro como fuera de la comunidad (Sandoval, 2013).
Se puede cerrar diciendo que las nuevas colectividades Nasa apropian la modernidad, pero a favor del mantenimiento de sus raíces, por lo tanto, sus identidades se transforman, aunque no radicalmente y, más que víctimas pasivas del conflicto armado, actúan como colectivos independientes con su propia potencia. ¿Estamos dispuestos a aprender todo lo que tienen para enseñarnos?
Juan Miguel García Montoya es Politólogo de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín. Actualmente estudiante del Doctorado en Ciencias Humanas y Sociales en la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín.
Bibliografía
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Notas:
- Promulgada el 4 de noviembre de 2022 mediante la Ley 2272, la cual busca mecanismos de negociación o sometimiento a la justicia con la variedad de grupos armados organizados (GAO) que persisten en el país. ↩︎
- Sobre emprendimientos Nasa con productos de todo tipo a base de hoja de coca ver Caicedo Y., Hoyos, G., Yepes, R. y Sandoval, D. (2021). ↩︎
- Comúnmente definidas como teorías de “sentido común” o “pensamiento natural”. Doise & Mugny (1991) las asocian incluso al pensamiento infantil: información fragmentaria con la que se llega a conclusiones apresuradas, redundancias y relaciones de causalidad que son tratadas como opiniones de tipo evaluativo. También son asociadas a corpus de temas variados que pasan a ser apropiados cotidianamente como explicaciones que dan sentido. No todos somos expertos en biología, pero tenemos “ciertas nociones” de a qué se refiere la teoría de la evolución, con el peligro de los prejuicios que esto acarrea. ↩︎
- Para información sobre sus rituales ancestrales y su mito de creación ver https://pueblosoriginarios.com/sur/andina/paez/creacion.html ↩︎


