Teatro y Hegemonía: Análisis sobre la hegemonía cultural de la élite regiomontana a principios del siglo XX

Arnoldo David Díaz Tamez 
Universidad del Valle de México
arnoldo.diaztamez@gmail.com
https://orcid.org/0000-0002-2341-9248

Resumen:

En las primeras décadas del siglo XX, la cultura del ahorro y el trabajo en Monterrey, promovida por la burguesía, influyó significativamente en la vida cotidiana de los trabajadores. Esta hegemonía cultural, impulsada por empresas como la Cervecería Cuauhtémoc, utilizó el teatro como herramienta para transmitir valores burgueses. El teatro no solo ofrecía entretenimiento, sino que también servía para integrar a los trabajadores en el proceso creativo, reforzando la ideología dominante. A pesar de la escasez de estudios sobre el teatro popular en Monterrey, investigaciones recientes han comenzado a explorar su impacto en la hegemonía cultural empresarial. Este trabajo propone profundizar en el análisis del teatro obrero y su rol en la administración del tiempo libre y la difusión de valores burgueses, utilizando la historiografía local y fuentes de archivo.

Palabras clave: hegemonía cultural, teatro, Cervecería Cuauhtémoc, cultura del trabajo, Monterrey.

Introducción

“En las primeras décadas del siglo XX, la vida cotidiana del regiomontano giraba alrededor de la cultura del trabajo y las diversiones que, en sus tiempos de esparcimiento, disfrutaban junto a sus familias” (Cázares, 2012). Esta es la frase con la que inicia uno de los pocos artículos que existen sobre la historia del teatro en Monterrey.

Esta introducción no puede ser más adecuada para demostrar la pertinencia del presente trabajo, ya que asume la narrativa de la cultura del trabajo. La idea de una cultura del trabajo en Nuevo León es aún un paradigma en la narrativa empresarial y gubernamental para explicar los procesos culturales de la capital del estado, ésta significa –aunque no existe una definición del todo clara, aún– que en Monterrey el trabajador está orgulloso de serlo, que dedica la mayoría del tiempo al trabajo, y que las diversiones pasan a un segundo plano en su itinerario.

Hoy en día sabemos que esta idea de la cultura del trabajo es un concepto que surge desde la esfera empresarial y que es transmitida verticalmente hacía las clases trabajadoras. Las ciencias sociales locales han avanzado en la comprensión de la transmisión de los valores culturales y sus repercusiones, por lo que este es tan solo un pequeño aporte para la comprensión de la hegemonía cultural de la élite regiomontana.

Aquí nos enfrentamos al conglomerado cultural de una de las empresas más importantes e influyentes en la economía, no sólo local, sino nacional: la Cervecería Cuauhtémoc. Esta empresa desarrolló un amplio departamento de cultura en el que los trabajadores tienen la posibilidad de desarrollar sus capacidades artísticas y deportivas, no solo como público, también formando parte del proceso creativo y el esfuerzo físico. Pondremos especial atención al teatro debido a que su análisis, acompañado del papel de la prensa, nos permite observar la transmisión de valores burgueses en las clases proletarias.

Se considera que el teatro “expresa a su sociedad mediante una gama de sistemas culturales […]. Todos estos sistemas forman parte integral de la cultura como totalidad; contribuyen a sus normas y reglas al expresar sus signos y significados” (Fischer-Lichte, 2010, p. 37)Entonces se observa en la institución del teatro una oportunidad para comprender, no sólo el desarrollo histórico de éste, sino también una herramienta de análisis con la que se puede comprender el proceso de hegemonía cultural empresarial y la manera en que lo adoptan los trabajadores de la Cervecería a través de sus prácticas cotidianas, como público histórico del teatro.

Pero el estudio del teatro en nuestra localidad es incluso escaso. El texto base en este tema es la crónica de Manuel N. Barragán Cuatro Décadas de Teatro en Monterrey 1900-1940 publicado en 1970, el cual se dedica a enlistar las puestas en escena y compañías extranjeras o nacionales que llegan a la ciudad para presentar sus obras en los grandes teatros, pero el teatro popular, de y para trabajadores queda completamente olvidado.

Actualmente se han escrito artículos preocupados por la difusión que no hacen más que resumir y actualizar los datos de Manuel N. Barragán, actualizaciones que se limitan a registrar la desaparición de los grandes teatros de principios de siglo XX pero no aportan nuevos datos que contribuyan a la historia del teatro en Monterrey.

La excepción a esta falta de atención de las ciencias sociales y humanidades al estudio del teatro en Monterrey son los artículos escritos por la maestra Coral Aguirre, entre los que destaca Apuntes para una historia de la dramaturgia nuevoleonesa que ha revelado una falta de interés por desarrollar un ejercicio teatral formal en la localidad en el marco temporal de fines del siglo XIX y principios del XX. Pero al igual que en los casos anteriores el artículo de Coral Aguirre se ve, primero, con una limitación de voltear a ver el ejercicio del teatro como entretenimiento de la élite y el Estado, lo cual nos da una visión limitada del arte escénico. Actualmente las aportaciones de Luis Martin Garza Gutiérrez, Kassandra Sifuentes y Aarón Core han superado las limitaciones de la falta de fuentes.

Este trabajo propone utilizar la investigación cultural, en específico la historia del teatro, para profundizar el conocimiento de los mecanismos para la administración del tiempo libre y el ocio, así como en el gusto y desarrollo de un teatro obrero. Las fuentes incluyen investigación bibliográfica de la historiografía local y noticias del Cuadro Artístico de la Cervecería Cuauhtémoc, así como editoriales e imágenes localizados en el Archivo General del Estado de Nuevo León, en el acervo digital del semanario para trabajadores de la Cervecería: Trabajo y Ahorro.

¿Por qué el teatro?

En un trabajo previo (Diaz Tamez, 2020), definimos el paternalismo como el intento de las mayores empresas de la ciudad para “retener trabajadores, promover la deferencia y la lealtad, y evitar la intrusión del gobierno y de los sindicatos en sus fábricas” (Snodgrass, 2009, p. 77). Para conseguirlo, ofrecieron y gestionaron servicios médicos, educación, actividades culturales y deportivas, además de proporcionar acceso a vivienda para los empleados de sus fábricas. 

De entre todos los beneficios ofrecidos por las grandes empresas, el Cuadro Artístico de la Cervecería Cuauhtémoc, compuesto por trabajadores y sus familias, y enfocado principalmente en representaciones teatrales, destaca por su continuidad y por el efecto que pudo haber tenido en las audiencias de los años referidos. La importancia del teatro viene de la consideración de que es una ventana para explorar la vida en sociedad. 

El teatro expresa a su sociedad mediante una gama de sistemas culturales: pintura, música, vestuario, movimiento corporal, gestos, lenguaje, arquitectura, comentarios, etc. Todos estos sistemas son elementos esenciales de la cultura en su conjunto; contribuyen a sus normas y reglas al expresar sus símbolos y significados (Fischer-Lichte, 2010).

Además, según Antonio Banfi, el arte es un generador de sociabilidad, el cual «se inserta como un segundo mundo en el conjunto social, altera sus dimensiones, crea nuevos espacios, relaciones, estructuras» (1975, p. 276). En el caso que estamos analizando, creemos que el teatro, al ser una expresión artística influenciada e impulsada dentro de la lógica paternalista, cumple una función ideológica que es crucial explorar en la historia del arte local.

La necesidad de profundizar en este aspecto de la historia deviene de los conflictos que surgieron en la década de 1930 y el triunfo del proyecto sindical del Grupo Monterrey frente a los esfuerzos de la CTM y los comunistas (Nuncio, 1985). Consideramos que, aunque una clase social pueda estar en la cúspide de la jerarquía social, para mantener esa posición debe difundir sus valores y prácticas, que deben ser adoptados por el resto para alcanzar una hegemonía cultural (McConachie, 2010). Nuestra hipótesis gira en torno a la idea de que el teatro, junto con otras prácticas paternalistas, contribuyó a la formación de una hegemonía determinante en los tiempos posrevolucionarios y que continúa hasta nuestros días.

Consolidación económica y cultural de la élite

Uno de los enfoques más exitosos en los estudios históricos y sociales en Monterrey es el estudio de los empresarios. En nuestra ciudad, se ha estudiado, y con ello demostrado, que los empresarios de finales del siglo XIX y principios del XX forman parte crucial de la mayoría de los procesos económicos y políticos de la región y en ocasiones del país.       

Con ellos se puede hacer un pequeño mapa de cómo los empresarios difunden sus valores y sistemas de creencias a los pobladores de la ciudad como resultado de la propia interacción de las clases bajo la lógica capitalista. Pero para conseguir una visión más amplia de cómo es que los empresarios regiomontanos construyen toda una cultura, es necesario buscar en los orígenes propios de esta clase social. Por lo cual, pasaremos a revisar las principales teorías y estudios al respecto.

Mario Cerutti, en su clásico trabajo Burguesía y Capitalismo en Monterrey 1850-1910, establece que la creación de las grandes familias empresariales de finales del siglo XIX parten de dos coyunturas específicas: a) El cambio de la frontera con los Estados Unidos y b) Las políticas económicas de Santiago Vidaurri, ambas a principio de la década de 1850 (Cerutti, 2006).

No obstante, la élite local para antes de esta década ya dejaba muy en claro su preocupación por el cuidado de las buenas costumbres entre sus vecinos. Para esto el trabajo de Benjamín Galindo es indispensable, ya que demuestra las imposiciones y la influencia de la oligarquía sobre la moral de los vecinos de la ciudad.

Galindo observa cómo es que la élite local busca controlar los actos considerados como inmorales, entre ellos la vagancia y el ocio. Aquí se encuentra un punto central para el presente estudio, ya que es precisamente esta administración del ocio y del tiempo libre lo que va a llevar al empresariado a buscar crear una cultura centrada en la productividad. Esta idea se ejemplifica con la siguiente cita de Benjamín Galindo:

Los juegos permitidos eran los de cartas, pelota, trucos y billar, en que no interviene el azar. La práctica de estos juegos estaba prohibida a los artesanos, menestrales y jornaleros en días y horas de trabajo, es decir, de las 6 de la mañana hasta las 12 del día y de las 2 de la tarde hasta la oración de la noche. A los infractores se les aplicarían diez días de cárcel y un año de destierro en caso de reincidencia. Se advertía también sobre los mirones, aunque no jugaran también serían castigados. (Galindo, 2009, pp. 85-86)

Estas restricciones, y muchas otras que Galindo analiza, se presentan entre los años de 1820-1860, años atribuidos a los primeros pasos de consolidación del empresariado regiomontano. Conforme avanza la configuración de la élite local, se perfeccionan a su vez los medios en que éstos se proponen la creación de una cultura donde sean sus valores los que rijan la vida de los vecinos regiomontanos.

  • Paz y Progreso

Sabemos que después de que EUA adquiere parte del territorio mexicano comienza una fuerte relación comercial, lo que le permite a ésta clase social acumular los capitales suficientes que en la época del liberalismo porfirista –con las facilidades de exención de impuestos durante el gobierno en Nuevo León de Bernardo Reyes– servirán para fundar las industrias necesarias para consolidar su poder (Cerutti, 2006).

Para Cerutti, esta clase se articula en el Porfiriato precisamente como una burguesía productiva “es decir como conjunto entrelazado de agentes sociales que se identifica por su posición respecto al control, propiedad y usufructo de la producción capitalista” (Cerutti, 2006, p. 157), lo que les mantiene en una constante diversificación de sus inversiones. Entre las principales diversificaciones de esta actividad podemos mencionar las fábricas de cemento, cigarros, muebles, ropa, textiles y productos alimenticios (Snodgrass, 2008, p. 29).

Las inversiones de este grupo abarcaron una enorme cantidad de ramos, desde los oficios artesanales hasta el mundo de la industria editorial. Aquí cabe resaltar que existen dos casos en los que la burguesía porfirista invierte en el teatro incluso antes de la creación de los cuerpos artísticos en las industrias.

Es posible rastrear algunas constantes del teatro en la ciudad, destacando la continuidad de los géneros dramatúrgicos y la inversión de las principales familias de la burguesía regia. Sabemos por ejemplo que existían dos tipos de teatro en la ciudad: 1) el privado, el de las grandes salas, las compañías extranjeras y las grandes estrellas; 2) el público, aquel que se organizaba entre los pobladores o el gobierno y cuya función era principalmente didáctica y festiva (Aguirre, 2011).

Este último se realizaba en los días festivos, su espacio eran las plazas públicas donde la influencia del gobierno en las puestas en escena de las celebraciones oficiales era una constante (Barrera, 2008). Podemos describir estas presentaciones como “melodramas copiados fielmente del espíritu romántico o del drama burgués” (Aguirre, 2011, p. 73) dentro de los que sobresale la zarzuela española como un género recurrente en las presentaciones dramáticas. 

Pero el teatro privado se desarrolló comenzada la segunda mitad del siglo XIX. En 1857 el gobernador Santiago Vidaurri inauguró el teatro “Progreso”. Dirigido por una junta directiva, siendo algunos de sus miembros a su vez parte de la familia Garza, fue un centro cultural y cívico social de gran importancia para la ciudad. Siendo la zarzuela y la ópera italiana algunos de los géneros de mayor éxito, y que lo seguirán teniendo en futuros esfuerzos teatrales (Garza Gutiérrez, 2019). 

Ya en la época porfirista, Teatro El Progreso se registró como inversión de la familia Zambrano en 1892, se registró también el Teatro Circo de Monterrey, S.A. el cual corresponde a la sociedad anónima conformada por las familias Calderón Muguerza, Madero, Rivero y Zambrano en 1900 (Cerutti, 2006, pp. 163 y 166), confirmando la tesis de Cerutti, quien apunta a la sociedad anónima como la organización base para las inversiones que consolidaron a la burguesía regiomontana. Aunque rastrear la función de estos teatros dentro de la cultura hegemónica en Monterrey supera los intereses de este trabajo, es importante dejar en claro que esto demuestra el interés por el arte como vehículo para los intereses que comenzaban a adoptar las élites locales.

Durante la primera década del siglo XX surgieron nuevos recintos para el teatro. En 1907 se inauguró el teatro “Zaragoza” cuyo propietario era un miembro de la familia Milmo. Antes de que se incendiara en 1908 se encontraba una compañía de zarzuelas trabajando en sus presentaciones. En 1908 un nuevo teatro “Progreso” abrió sus puertas y un poco antes del incendio del teatro “Juárez” se inauguró el teatro “Apolo”, el primero en el barrio de San Luisito, que abrió al público con una compañía de zarzuelas (Vizcaya, 1971, pp. 112-114).

Como puede observarse, la zarzuela o en general el “género chico” del teatro era la principal atracción en cuanto espectáculos no deportivos. La zarzuela es un género que tiene un origen aristocrático pero que se fue popularizando tanto en España como en América Latina durante el siglo XIX y las primeras décadas del XX (McClearly, 2002). 

La zarzuela se caracteriza por la presencia de la música ya sea como factor principal o como fondo, pero no existe una sola forma de zarzuela, conforme avanzó la popularidad del género, se diversificaron sus posibilidades, cuando hablamos de zarzuela bien podríamos hablar de juguete, revista, sainete, parodia, humorada, apropósito, ecioga, pasatiempo, etc. (Aguirre, 2011; McClearly, 2002, p. 3).

Durante el proceso revolucionario no se detuvo la creación de teatros. En 1914 se creó el teatro “Obrero”, en 1915 comenzó a operar el “Ideal” y un nuevo teatro “Juárez” fue inaugurado en 1918. Vizcaya ve en la fundación de éstos teatros, un intento por “volver al pasado” ante el impacto de la Revolución; sin embargo, el teatro no se recuperaría y el cine fue ganando terreno (Vizcaya, 1971, p. 143; Sifuentes, 2019).

Vemos aquí solo algunos de los ejemplos de las acciones que encaminaron a la élite local a su supervivencia tras la Revolución Mexicana y su posterior influencia cultural. Los factores para la supervivencia de la burguesía regiomontana los expone Mario Cerutti:

Por su condición esencialmente urbana e industrial, y por la carencia de responsabilidad directa en el ejercicio del poder político, el empresariado de Monterrey fue el menos lastimado por esta tormenta sociopolítica y militar: su próspero devenir en el medio siglo posterior a 1930, en buena medida, enmarcado por ese antecedente. Pero también, bueno es adelantarlo, por la amplia capacidad de adaptación a las nuevas condiciones que se configuraron en los años veinte. (Cerutti, 2007, p. 187)

Esta capacidad de adaptación de la que habla Cerutti no es exclusiva en el ámbito de la economía y la política, el empresariado regiomontano también adapta y modifica sus medios de influencia a la clase trabajadora. Por un lado tenemos la creación y uso de la prensa de fábrica y por el otro, la creación de nuevos centros y proyectos culturales en los que sus trabajadores pueden administrar su tiempo libre.

  • El paso de la Revolución

El factor decisivo en el proceso que nos interesa se da por la propia falta de una clase obrera que satisficiera las necesidades de la cada vez más grande industria en Monterrey. Por lo que son los propios burgueses los encargados de crear a esta nueva clase basada en los migrantes de otros municipios, así como de otros estados del país e incluso extranjeros. 

Se logra a través de “salarios altos y estables, la oportunidad de aprender un oficio y la promesa de movilidad social” (Snodgrass, 2008, p. 32), por lo que los migrantes que utilizaban a Monterrey como una ciudad de paso para llegar a Texas, comienzan a quedarse en la localidad y a trabajar en las industrias que crecen cada vez más.

Observamos en este proceso un momento clave para lo que conocemos como paternalismo, concepto que Michael Snodgrass comprende como un “sistema institucionalizado de relaciones industriales que pretendía extender las prestaciones no salariales… y crear una cultura corporativa identificable entre los operarios de las fábricas” (2008, p. 12). El triunfo de esa cultura la consideramos fue crucial para el desarrollo de la clase obrera en Monterrey.

Las dinámicas del paternalismo comienzan en un momento clave en el desarrollo de la clase obrera, al ser la burguesía local quienes proporcionan un modelo exitoso de organización de los trabajadores. En 1918 se forma la Sociedad Cooperativa y de Ahorros de la Cervecería Cuauhtémoc la cual se propone:

Procurar el desarrollo integral del trabajador y mejorar su régimen de vida personal y familiar, en lo económico y en lo social. Todo ello a través de la superación de su nivel cultural y del fortalecimiento de los valores morales de la familia y de las instituciones, complementados con actividades que permitan fomentar sus aficiones artísticas y deportivas, así como el aprendizaje de oficios diversos. (Guijosa e Hinojosa, 1990, p. 44).

Para analizar lo exterior caracterizamos al paternalismo como una nueva forma de articulación, es decir, una práctica que crea una relación entre elementos de manera que la identidad de estos elementos se ve alterada como resultado de dicha práctica (Laclau y Mouffe, 1987). 

Observamos aquí aspectos lingüísticos que forman un sistema estructurado que Laclau y Mouffe llaman discurso, siendo éste la totalidad estructurada resultante de la práctica articulatoria (1987, p.119), totalidad que en la primera mitad del siglo XIX se integra con aspectos lingüísticos del discurso público y lo práctico del sistema de justicia penal. Más adelante, trataremos de demostrar que este discurso se integra también en el arte, específicamente el teatro.

El modelo paternalista de la Cervecería Cuauhtémoc irá creciendo cada vez más, siendo reproducido de igual manera por el resto de las grandes industrias locales. La oferta que esta empresa da a los trabajadores y a sus hijos para aprender la cultura y habilidades requeridas en el trabajo hace que durante los últimos años del Porfiriato se consolide una clase obrera especializada y organizada dentro de los límites de la empresa (Snodgrass, 2008). 

Como afirma Cerutti (2007), la burguesía regiomontana proviene de la sociedad porfirista, el liberalismo económico y los requerimientos para el funcionamiento de éste, ayudan a ésta clase a consolidarse no solo económica, sino también culturalmente con el proyecto paternalista comenzado en la Cervecería y cuya popularidad irá en aumento en el resto de las industrias de la localidad. 

Este proyecto se pondrá a prueba durante la coyuntura revolucionaria; la desilusión del gobierno de Madero, las peleas entre facciones, las tensiones con el poder central, así como los ataques al transporte y al comercio, van a configurar la manera en que éstos se relacionen con el Estado y prioricen ampliar la influencia del proyecto empresarial.

La lucha entre las clases

Como en todo México, la coyuntura revolucionaria afectó a Monterrey con crisis económicas, hambre, conspiraciones, huelgas y motines. En los últimos años del régimen de Porfirio Díaz ya existían conflictos laborales, prueba de ello son las huelgas de 1906-1907 donde ferrocarrileros y acereros de Monterrey se quejaban de la “caída de los salarios reales, la contratación de obreros no sindicalizados, el pago desigual entre mexicanos y norteamericanos y la promoción de los extranjeros con menor antigüedad” (Snodgrass, 2008, p. 43), la desigualdad social generada por la crisis del régimen porfirista era cada vez más clara en la ciudad.

La posición de la élite local durante los primeros años del conflicto fue simplemente de apoyar al ganador. Durante 1910-1911 apoyaron el régimen de Porfirio Díaz, pero al llegar Madero al poder decidieron apoyarlo a él. Desde la muerte de Madero en 1913 hasta la definitiva llegada al poder de Venustiano Carranza en 1916, el mercado nacional estaba en ruinas y la vida cotidiana se mostraba en la pobreza extrema; los empresarios intentaron reconstruir sus industrias con una completa desconfianza en el Estado pero con un proyecto que buscaba mantener a la clase obrera bajo control (Snodgrass, 2008).

Esta necesidad deviene de los acontecimientos revolucionarios en sí mismos. Uno de los movimientos obreros más grandes dentro de la coyuntura revolucionaria se da precisamente en la Cervecería Cuauhtémoc en 1915, donde los empleados solicitaron “[…] aumento en sus jornales en virtud del creciente incremento en la valía de los productos de primera necesidad; además de externar su inconformidad sobre la adición del 40% en las percepciones de algunos empleados y jefes de departamentos” (Treviño, 2011, p. 8). 

El 31 de agosto de 1915, dejaron de trabajar alrededor de 400 a 500 operarios, parando incluso la producción de hielo, afectando así a gran parte de la población, incluyendo a los hospitales. La exigencia era lograr el aumento del 50% de las remuneraciones marcadas, de $1.50 a $2.50 (Treviño, 2011).

Debido a su magnitud y su peculiaridad, esta es una de las huelgas más estudiadas dentro del periodo revolucionario, su triunfo se debe en parte a la reacción de la opinión pública al verse afectada por la ausencia de hielo y por lo necesario de este aumento salarial; y por otra parte, se gana la huelga gracias al apoyo del gobierno de Pablo A. de la Garza y del apoyo de mutualidades y agentes progresistas de los medios de comunicación como es el caso de la sociedad Filarmónica Mutualista “Nicolas M. Rendón” y el periódico El Demócrata (Treviño, 2011).

La huelga finaliza al año siguiente con el aumento del 50% sobre la remuneración ordinaria y el reconocimiento del 40% como aumento y no como gratificación, se estableció el mínimo jornal en dos pesos (Treviño, 2011). Aquí el movimiento obrero no implica un rompimiento con la cultura impuesta por la élite, son respuesta al reacomodo económico del capitalismo global, provocados tanto por la Revolución Mexicana como por la Primera Guerra Mundial, pero la dirección de la Cervecería tomaría nota del acontecimiento.

Pero la multiplicidad de conflictos a partir de ese momento, así como la situación nacional, preocuparon a la élite local. Seguimos observando múltiples huelgas en 1916 entre las que destacan las huelgas en los talleres del ferrocarril y en la Compañía Luz y Fuerza Motriz; [quienes] exigían jornada laboral de ocho horas y 20% de aumento en los salarios (Treviño, 2011, p. 11), vemos como las principales demandas del movimiento obrero en Monterrey durante la coyuntura revolucionaria corresponden a las demandas contemporáneas de la clase obrera nacional e internacional. Por lo que podemos considerar a estas huelgas como formativas para la clase obrera en cuanto a que muestran su capacidad organizativa y política.

Aunque para 1918 “las organizaciones obreras de la entidad aún estaban en el proceso del tránsito de la unión gremial, por oficios, y los sindicatos de empresa organizados a partir del centro del trabajo” (Rojas, 2008, p. 60), las jornadas de huelgas de ese año demuestran que la organización obrera comenzaba a dar sus frutos.

Pero la clase obrera no es la única en alcanzar su condición de clase de manera organizada. Los empresarios en plena coyuntura revolucionaria crearon la Cámara Nacional de Comercio de Monterrey (CNCM) que “envolvió lentamente el aparato estatal y lo supeditó a su propia infraestructura” (Flores, 1991, p. 92). 

Bajo la influencia de la CNCM, los empresarios regiomontanos se opusieron a la creación del artículo 123 de la Constitución de 1917, cuyas políticas amenazaban las ganancias del gran capital. Entre estas políticas se encontraba la reducción de la jornada laboral, lo que implicaba cambios en los turnos de trabajo y un aumento en la plantilla laboral. A pesar de la aprobación, en la práctica, estas medidas no se implementaron en la ciudad (Flores, 1991; Rojas, 2008)

Imagen 1. Cervecería Cuauhtémoc en 1900

Fuente: Imagen de dominio Público. Fondo Antonio Alzate (Sociedad Científica Antonio Alzate), caja 25. Versión digital en JPEG del Repositorio Institucional Históricas-UNAM, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, Ciudad de México, 2020, disponible en http://hdl.handle.net/20.500.12525/516.

La cultura hegemónica en la Cervecería Cuauhtémoc

Ahora interesa es intentar comprender cómo es que el sector empresarial diseña un proyecto de organización obrera que logra crear y mantener la hegemonía cultural. Después de la revolución mexicana, el país cae en la necesidad de reinventarse; el marco temporal de esta investigación nos posiciona en medio de este proceso de reinvención, en el cual sabemos que los empresarios tomaron parte activa, sobre todo ante los conflictos ideológicos y económicos con el poder central, especialmente durante el periodo de Lázaro Cárdenas.

Por hegemonía cultural se entiende aquella que “educa y mistifica a sus adherentes, de los grupos dominantes y de los subordinados; sin embargo, a menudo el consenso subordinado es asunto de persuasión tanto como de resignación”(McConachie, 2010, p. 61). La hegemonía cultural se produce a través de una interacción propia y bien lograda entre las clases, teniendo la persuasión un rol clave en el desarrollo de ésta.

La élite local del periodo pos-revolucionario busca defenderse de la intervención estatal y añora con fervor los tiempos porfiristas. Con este fin el empresariado realiza la adaptación de sus organizaciones, tanto patronales como obreras:

Desde los años de la reconstrucción posrevolucionaria, la formación de un nuevo Estado obligó a este empresariado de raíces porfirianas a aceptar una más resuelta intervención gubernamental en la esfera socioeconómica. Entre sus respuestas deben recordarse, por un lado, el desenvolvimiento de un sindicalismo local dependiente de las propias empresas (sindicalismo blanco), lo que en tiempos de Lázaro Cárdenas sirvió para limitar la influencia regional de la Confederación de Trabajadores Mexicanos (CTM); y por el otro, la organización de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), en 1929, contrapeso a organizaciones empresariales más próximas al poder federal y más propensas a subordinarse al nuevo orden. (Cerutti, 2007, p. 202)

Aquí encontramos los medios con los que el empresariado regiomontano articula su discurso dirigido al proletariado con el sindicalismo blanco, y frente al gobierno con la CoparmexNos centraremos ahora en los primeros años del sindicalismo blanco más allá de la satisfacción de las necesidades materiales, enfocándonos en la persuasión y la administración del ocio.

Ya hemos hecho referencia a las políticas paternalistas, pero es necesario mencionar que la Cervecería destacaba por sus prácticas poco comunes en el trato para con sus trabajadores, Saragoza menciona hace un comentario directo sobre el efecto de estas políticas: “[…] los propietarios de la cervecería y la vidriera se ganaron a sus trabajadores con vacaciones, rifas con premios en efectivo y otro tipo de incentivos para que los empleados se mantuvieran leales a la empresa” (2007, p. 267), entre estos incentivos se creó un amplio sistema de administración del ocio y el tiempo libre, del cual nos interesa destacar el teatro.

El discurso paternalista: La Sociedad Cooperativa y de Ahorros

Después de la Revolución Mexicana, la Cervecería Cuauhtémoc se convierte en el modelo a seguir para el resto de las empresas. Desde su formación hasta el día de hoy es una de las empresas mexicanas más exitosas a nivel internacional, destaca también por su relación con sus trabajadores y con la población regiomontana en general.

Es preciso aclarar que esta es una empresa que sigue vigente y con gran presencia en la producción y las finanzas nacionales desde su fundación “[…] en 1890, es la empresa madre que dio origen a un destacado grupo: Valores Industriales, S.A. (VISA, hoy conocido como FEMSA)” (Ortega Ridaura, 2003). Cervecería Cuauhtémoc y la familia Garza Sada se volvieron instituciones en la vida regiomontana, siendo los Garza Sada los principales encargados de ramificar sus inversiones y animar al resto de las familias de la élite –Garza, Sada, Lagüera, Muguerza, Zambrano, Salinas y Rocha– a invertir en diferentes rubros de la producción y las finanzas. Pero nuestro enfoque está en el hecho de que es la Cervecería la primera en crear una organización para sus trabajadores en respuesta tanto al sindicalismo gubernamental como al autónomo.

En un principio, el formar parte de la Sociedad era algo voluntario, implicaba el destinar mínimo un 5% del salario; conforme fueron creciendo los ahorros también crecieron las prestaciones, las cuales anticiparon a muchas de las políticas de la futura Ley General del Trabajo (Ortega Ridaura, 2003) 

En esta primera etapa de la Sociedad se crea un edificio social para los obreros de la empresa, lo que se logra a través de la “colocación de quinientas acciones, con un valor de cinco pesos cada una; cada socio podría adquirir las que deseara” (Rojas, 2008, p. 50). La creación de este edificio nos da una idea de las características de la Sociedad en esta primera etapa.

Francisco G. Sada –quien crea el reglamento y la concepción general del proyecto–otorga a sus empleados un organismo en el que, a través del ahorro, éstos no se vean en la necesidad de exigir el cumplimiento de sus demandas a la empresa porque cuentan con la suficiencia económica necesaria para satisfacerlas. La lucha del movimiento obrero es insignificante en este momento gracias a esta organización (Snodgrass, 2008).

Después de la huelga en Cervecería de 1915-1916, el sistema paternalista no entra en crisis, pero sufre una llamada de atención, tiene que perfeccionarse para que esto no vuelva a pasar. Por lo que conforme va estableciéndose la paz en el país, la Cervecería hace obligatoria la membresía a la Sociedad para todos sus trabajadores.

Hay que detenernos un poco para hacer algunos apuntes. Michael Snodgrass es sin duda el historiador que mejor ha tratado el tema, su consideración del paternalismo como “una respuesta táctica al sindicalismo militante y a los temores de la regulación gubernamental”(Snodgrass, 2008, p. 82) nos parece adecuada, pero consideramos necesario ampliar esta visión hacia sus funciones en el proceso de persuasión y regulación del tiempo libre de los trabajadores de sus fábricas.

Ya lo hemos mencionado, el paternalismo surge como articulación de la hegemonía que se desarrolla en Monterrey. Siguiendo a Laclau y Mouffe: “consiste, por tanto, en la construcción de puntos nodales que fijan parcialmente el sentido [de la hegemonía]” (1987, p. 130) estos puntos nodales los visualizamos como toda práctica social –que son multidimensionales, es decir, cada práctica social afecta a múltiples dimensiones de la realidad– que en una de sus dimensiones se convierte en articulación de la creación de nuevas diferencias, las cuales son las características básicas de la hegemonía (Laclau y Mouffe, 1987).

Entonces la práctica social que consideramos determinante en el paternalismo de la Cervecería Cuauhtémoc es el ahorro. Este concepto es clave para comprender la hegemonía empresarial en Monterrey, ya que no sólo se menciona en el nombre mismo de la Sociedad de la empresa, sino que es un valor ampliamente difundido por los voceros de la misma, sobre todo después de la Revolución Mexicana.

La transmisión más directa y tangible de esta práctica social la podemos encontrar en la publicación quincenal Trabajo y Ahorro fundada en 1921, que “proveía un foro para los poetas-trabajadores de la planta, informaba sobre los resultados del béisbol del fin de semana y ofrecía consejos de economía doméstica para las esposas de los trabajadores” (Snodgrass, 2008), además, en esta plataforma se difunden las actividades de la vida cotidiana de los socios (bodas, bautizos, velorios, etc.) y se publicaban editoriales sobre los beneficios que el ahorro traería a los empleados de la planta. Su papel abarcaba la moral y la economía, correspondiendo a las principales preocupaciones de los empresarios.

El papel del ahorro dentro de la ideología que se quiere transmitir a los obreros se deja ver en esta editorial:

Siguiendo la conducta que aconseja nuestra Sociedad, y que es ahorrar lo más que podamos, y después conservar nuestros ahorros, a toda costa, es indudable que alcanzaremos el triunfo que todos deseamos en la vida, porque el hombre así preparado lleva, por decirlo así, una coraza para resistir todos los golpes de la adversidad. (Trabajo y Ahorro, 12 de enero 1929)

Podemos observar la idea del ahorro tratada como idea religiosa. Así como el hombre que ahorra tiene una coraza, también existen aquellos quienes tienen “maldiciones”, así como la misma fuente continúa:

Pero si desoímos estas razones, tan bien meditadas, y no atendemos a los consejos que oímos diariamente en la Cooperativa, nos precipitaremos en el fracaso de manera indubitable. Porque en la práctica lo hemos palpado, y tenemos ejemplos muy conocidos y bien marcados en nuestras filas (Trabajo y Ahorro, 12 de enero 1929)

Este tipo de retórica que convierte un concepto económico en un postulado casi religioso puede tener su explicación en la influencia de la Iglesia católica en el concepto mismo del paternalismo que señala Snodgrass; pero nos parece también un recurso útil en la creación de una nueva cultura, ya que “todas las culturas son religiosas y toda neurosis es una forma particular de religión, siempre que entendamos el intento de resolver el problema de la existencia humana” (Fromm, 2013, p. 32). La práctica del ahorro da un nuevo sentido a la existencia humana de manera directa, seguir los consejos de la Cooperativa podría significar la diferencia entre el triunfo y el fracaso en la vida.

La comparativa entre cultura y religión es inevitable si se analizan las imágenes que se comienzan a agregar en Trabajo y Ahorro. Hay por ejemplo, en 1929, la representación de un ángel de la voluntad, ayudando al trabajador a no caer en el infierno de la ignorancia, los vicios y la desgracia, siguiendo el sendero del trabajo y el ahorro para llegar a un próspero y feliz 1930. La representación gráfica de lo que los empresarios esperaban de sus trabajadores contiene una exacerbada cantidad de elementos católicos, por lo que la comparación entre lo que llamamos cultura del ahorro y la religión católica parece quedar más que clara. 

Pero no basta con agregar algunos valores católicos o con insistir diariamente en la necesidad del ahorro para lograr la consolidación de una cultura hegemónica en la ciudad. Por lo que la diversificación es clave en la construcción de ésta es la inclusión, la tarea es hacer sentir a los trabajadores como parte de la familia, sin diferencias aparentes, sin divisiones, sin el odio y la malicia que “los rojos” querían infundir en los trabajadores.

Dentro de la retórica de los empresarios no hay lugar para la lucha de clases, y al igual que la insistencia en el ahorro, el discurso integrador será parte esencial del control empresarial, ya que “mientras que la ley del trabajo diferenciaba entre los obreros (de producción) y los empleados (de confianza), el discurso de la empresa consideraba a todos como “trabajadores”, caracterizando a cada uno como un “accionista” en la empresa privada” (Snodgrass, 2008, p. 91), la categoría de accionista la observamos en la creación del edificio social. Incluso en la publicación quincenal de la empresa a todo trabajador de ésta se le otorga el título de “socio”.

El discurso que busca la integración de las clases y de los individuos a un bloque histórico a través de la identificación es quizá la herramienta discursiva más funcional. Si tomamos en cuenta las reflexiones de Erich Fromm quien postula que “el individuo se apoya en ellos [el clan, la familia, la empresa, etc.], siente su identidad como parte de ellos, y no como un individuo separado de ellos” (Fromm, 2003, p. 41) podemos entender los efectos de la persuasión en los medios que los empresarios tienen para expresar este sentimiento de identidad, que -cabe mencionar- superan los medios que otros organizadores sindicales pudieran desarrollar.

Ver a todos los empleados de la industria como “iguales” hace que se establezca un sentimiento de identidad con el grupo, en este caso la Sociedad Cooperativa y de Ahorros. Es claro que los elementos lingüísticos y visuales no son suficientes para demostrar lo antes mencionado, por lo que es necesario comprender que todo esto sucede a la par de los beneficios materiales y recreativos para los trabajadores de la Cervecería Cuauhtémoc.

Hacia finales de la década de 1920 cada vez más empleados de la Cervecería contaban con vivienda subsidiada por la empresa, los salarios aumentaron, así como los días de vacaciones –en algunos casos se reportaba en Trabajo y Ahorro el regreso de sus compañeros de algún viaje, resaltando lo bien que se vive en la empresa–, se desarrolló un seguro social para los empleados y sus familias el cual fue difundido ampliamente en la revista de la Sociedad junto con información que promovía la salud y la higiene.

Imagen 1. Portada de un ejemplar 

Fuente: Trabajo y Ahorro núm. 28 (1923)

En cuanto a las prestaciones deportivas es común ver en cada número de Trabajo y Ahorro las reseñas de los partidos de béisbol, las corridas de toros, el torneo de voleibol, incluso de ajedrez y por supuesto el grupo de excursión. Todos estos equipos, entre otros, están formados por trabajadores de la empresa, y conforme crece y se diversifica la plantilla de trabajo de la empresa, comienzan a aparecer sus equivalentes femeninos. Aunque la mayoría de las actividades para mujeres se concentran en los grupos culturales.

Entre los grupos culturales en los que podían emplear su tiempo libre los y las trabajadoras de la Cervecería encontramos la orquesta, el grupo de canto, la posibilidad de publicar un poema o un cuento en Trabajo y Ahorro –conforme la publicación crece se abre una sección de literatura, una enfocada para los jóvenes y otra para mujeres, las cuales eran abiertas a los poemas de los trabajadores siempre y cuando fueran aprobados por la editorial–, también podían integrarse al Cuadro Artístico para interpretar alguna obra del género chico español.

Y así como los equipos deportivos se enfrentaban a sus iguales de otras fábricas cada domingo, a final de cada mes los grupos culturales se reunían en la fiesta de la empresa e interpretaban su repertorio ante sus compañeros y sus familias en las instalaciones de lo que en hoy es el Salón Cuauhtémoc.

La administración del tiempo libre es clave para la configuración del bloque histórico que hemos estado rastreando. Este es un tiempo libre del cual los primeros proletarios no gozaban, por lo que era un campo completamente nuevo. Pero la hegemonía de la élite en los diversos campos de la cultura nos lleva a pensar que la clase obrera “no es libre de gozar “su” tiempo disponible; su consumo de tiempo disponible está determinado por la industria, lo mismo que las mercancías que compra; su gusto está manipulado, quiere ver y oír lo que se le obliga a ver y oír” (Fromm, 2003, p. 117). 

Por lo menos en el caso de la Sociedad Cooperativa y de Ahorros de la Cervecería Cuauhtémoc, queda claro que el tiempo dedicado al descanso o al desarrollo físico o creativo del proletariado es dictado, administrado y proporcionado por la empresa. El control que ejerce la empresa sobre la vida de sus “socios” es casi total, todo aspecto de su vida gira alrededor de la empresa, incluso una de las maneras más comunes de encontrar esposa o esposo era trabajando en la Cervecería; un esposo trabajando en esta compañía era sinónimo de asegura casa, seguro social, etc. (Snodgrass, 2008).

A grandes rasgos, esta es la manera en la que la élite regiomontana construyó lo que definimos como bloque histórico, es decir “un espacio social y político relativamente unificado a través de la institución de puntos nodales y de la constitución de identidades tendencialmente relacionales” (Laclau y Mouffe, 1987: p. 157), el cual es necesario para la construcción de la cultura hegemónica, sin que esto implique homogeneidad en la clase trabajadora, pero limitando su capacidad de crear una cultura contrahegemónica.

  • El Cuadro Artístico

La moral, el ahorro y la salud, son los temas centrales de la revista Trabajo y Ahorro, la cual es repartida semana tras semana a los trabajadores de la empresa desde principios de la década de 1920 hasta ya entrado el siglo XXI. En esta revista se adjuntan también los anuncios y temas de interés de la vida cotidiana del trabajador. 

El llamado Cuadro Artístico de la Sociedad Cooperativa y de Ahorros nace el 9 de enero de 1926, año en el que prepara su gran debut para el 25 de diciembre del mismo. Las presentaciones se realizaban en el Salón de Teatro de la Sociedad y desde su inicio comienzan funciones mensuales dentro de los festivales que la empresa organizaba para los trabajadores y sus familias, coordinados por la Dirección de Cultura y Prensa. 

El grupo era bastante activo, el teatro para trabajadores era un éxito a pesar de que sus miembros eran actores amateurs. El único miembro de éste que contaba con una formación teatral era Refugio Cervantes, originario de San Luis Potosí, quien se encargaría de dirigir, actuar y enseñar al grupo de trabajadores.

Lamentablemente, no todas las obras en escena fueron identificadas con sus respectivos autores y géneros, y muchas de las que fueron identificadas se recuperó el texto. Por ahora solo podemos describir las características principales de los primeros años del Cuadro.

Entre las obras sin autor pero con género identificado se encuentran los sainetes como “El Rizo de su Tocado” (Trabajo y Ahorro, 1926, núm. 181), “Suelas y tacones”, “El Debut de Tita Ruffo” (Trabajo y Ahorro, 1927, núm. 232, p.11), “No matéis al alcalde” (Trabajo y Ahorro, 1928, n. 238), y “Qué escándalo” (Trabajo y Ahorro, 1929, núm. 289).

Con la profesionalización progresiva tanto del Cuadro Artístico como del equipo editorial de Trabajo y Ahorro, se hizo más frecuente la identificación de obras junto con sus autores y géneros. Se destacan obras como el sainete “El sexo débil” de Antonio Ramos Martínez (Trabajo y Ahorro, 1928, núm. 238), “Medias sueltas y tacones” de Calixto Navarro, el fin de fiesta “El novio de Doña Inés” de Javier de Vargas (Trabajo y Ahorro, 1929, núm. 312), y las comedias “El Sueño Dorado” de Vital Aza (Trabajo y Ahorro, 1929, núm. 342) y “Torear por lo fino” de Francisco Macarro (Trabajo y Ahorro, 1929, núm. 375). De estas últimas tres obras, el texto está disponible en línea.

La mayor producción registrada hasta ahora fue la zarzuela española “El pobre Valbuena” en 1928, que contó con 13 actores y actrices. Entre los miembros destacados de la primera generación del Cuadro Artístico se encuentran Refugio Cervantes y Josefina Castro, conocidos por su dedicación continua (Trabajo y Ahorro, 1927, p.11).

A su vez, el éxito y la relevancia de la revista se reflejaron en su evolución editorial, especialmente con la inclusión de fotografías que permitieron reconocer las producciones del Cuadro Artístico. Las actrices también se convirtieron en foco de atención al aparecer en portadas y ganar concursos de belleza organizados por la Sociedad. Algunas de las primeras en ser destacadas fueron María Sosa (Trabajo y Ahorro, 1926, núm. 133) Hortencia Martínez (Trabajo y Ahorro, 1926, núm. 134) y Rita Jacobo (Trabajo y Ahorro, 1926, núm. 136) seguidas más tarde por Francisca Sánchez (Trabajo y Ahorro, núm. 1929, núm. 375) y Aurora Puente (Trabajo y Ahorro, 1930, núm. 351). Las últimas dos aparecieron en la sección femenina incorporada a la revista en 1929.

El impacto de este grupo teatral trascendió el mero entretenimiento de los obreros. En varias ocasiones, el Cuadro Artístico participó en eventos benéficos fuera del Salón, como en 1927 en la Villa de Santiago para apoyar mejoras municipales (Trabajo y Ahorro, núm. 230), y en el mismo año en un teatro local en la recaudación de fondos para la “Navidad del niño pobre” (Trabajo y Ahorro, 1927, núm. 231). Estas actividades contribuyeron a ampliar la influencia de la ideología burguesa local más allá de las paredes de la fábrica

El cuadro interpretaba múltiples obras de un solo acto, esto normalmente en los festivales anuales que se realizaban en Cervecería para todos los socios de ésta y sus familias. Desde que comenzó la búsqueda en el archivo hasta la fecha se han revisado los años de 1926-1936, en los 10 años de la existencia del Cuadro Artístico. 

En estos diez años destacamos la presentación del fin de fiesta El Novio de Doña Inés del español Javier de Burgos presentado el 3 de agosto de 1929, junto a Medias sueltas y tacones de Calixto Navarro (Trabajo y Ahorro, 3 de agosto de 1927). Ambos son reconocidos autores del género chico español. Sobre las características de estas obras Ferrer señala dos características:

[…] el papel secundario de la fábula en todas las obras del género, hace que no merme el supuesto realismo de las obras por la artificiosidad de las mismas; el interés principal se centra en los escenarios costumbristas y en el desfile de personajes típicos. (1993, p. 27).

Se considera que la característica del interés en el escenario costumbrista y los personajes típicos de las obras que se representaban en la ciudad responde a la búsqueda de un espectáculo en el que los trabajadores fueran capaces de crear, disfrutar y difundir los valores de la civilización burguesa de la Cervecería Cuauhtémoc.

En palabras de Bourdieu: “La obra de arte considerada como bien simbólico […] sólo existe como tal para quien posee los medios de apropiársela, es decir, de descifrarla” (1971, p. 52) por lo que tanto el Cuadro Artístico como el equipo editorial de Trabajo y Ahorro se esforzaron por proporcionar al público los medios para descifrar la puesta en escena.

La empresa estaba consciente del impacto que un grupo de teatro podría tener en sus trabajadores:

Esta agrupación es, a no dudarlo, una de las que mayor interés pueden despertar entre los miembros de nuestra sociedad: la organización que más intensa labor de cultura ejerce en nuestro medio ambiente con injecciones regeneradoras de arte y ciencia, de verdad y belleza. (Trabajo y Ahorro, 9 de enero de 1926)

En este punto consideramos que el teatro “[…] expresa a su sociedad mediante una gama de sistemas culturales: pintura, música, vestuario, movimiento corporal, gestos, lenguaje, arquitectura, comentarios, etc. Todos estos sistemas forman parte integral de la cultura como totalidad; contribuyen a sus normas y reglas al expresar sus signos y significados” (Fischer, 2010, p. 37), y su vez, el teatro sirve para la transformación de una sociedad determinada: 

Al transformar gradualmente el cuerpo humano de una imagen de la naturaleza sensual a un sistema de signos arbitrarios, el teatro occidental ha conformado continuamente a actores y espectadores por igual con los cambios de los sistemas culturales que expresan, interpretan y controlan la naturaleza humana; esto es exactamente lo que caracteriza al proceso de civilización. (Fisher, 2010, p. 53)

Entonces el papel del teatro es doble, por un lado es reflejo de la sociedad y por el otro es capaz de transformarla. Por lo que no debe de extrañarnos que la elección de las obras por parte del Cuadro Artístico fuera aquella que se acercaran más al estilo de vida que la empresa buscaba transmitir pero sin dejar de lado las características que entretienen y emocionan al público. De ahí la importancia del estudio de los géneros teatrales.

El grupo de teatro de la Cervecería Cuauhtémoc basa sus presentaciones durante los primeros diez años de experiencia en el género chico español. Las obras de este género se acercan a la vida contemporánea por sus temas, alusiones al día, día y citas de obras contemporáneas, siendo bastante cercanas a las ideas de la burguesía española del siglo XIX, burguesía de la cual los empresarios regiomontanos son dignos herederos, y son quienes impulsan la popularidad de este estilo de teatro. Las diferentes presentaciones de este género, como la zarzuela, la opereta, los sainetes y la comedia corta, suelen emular los gestos y movimientos de una manera realista, característica del arte escénico español del siglo XIX, por lo que no se consideraba necesario la utilización de actores profesionales (Veersteg, 2000).

Este tipo de obras no eran nuevas en Monterrey, ya que la mayoría de las puestas en escena que se conocen a finales del siglo XIX, muestra de la herencia cultural de la burguesía española en la élite regiomontana, lo que muestra una tendencia a la exportación de textos dramáticos, mientras que la creación local se ve mermada como ya ha demostrado Coral Aguirre en el artículo anteriormente citado.

Las páginas de Trabajo y Ahorro alabarán contrastantemente las representaciones del Cuadro. Una de ellas llama la atención por los conceptos que utiliza. Para referirse a la fiesta del 24 de diciembre de 1926, encontramos el siguiente mensaje: “[…] y en esta representación mucho se distinguieron nuestros consocios Pedro Pedraza, Refugio Cervantes y Rita Jacobo” (Trabajo y Ahorro, 1 de enero de 1927, p. 10); lo que se debe destacar aquí es el uso del concepto consocio socio, esta manera de referirse a sus empleados es común no solo en el Cuadro Artístico, sino en la revista en general. 

Otro punto a considerar derivado del Cuadro Artístico y de las páginas de Trabajo y Ahorro se encuentra en el culto a la belleza. La mayoría de las actrices del Cuadro son hermanas, amigas o trabajadoras. En diversos artículos se hace referencia a la preocupación por encontrar actrices bellas para el Cuadro Artístico. Al poco tiempo se creó una sección específica para mujeres en la revista Trabajo y Ahorro, y junto con ella se inauguran una serie de concursos de belleza.

Hasta este punto creemos haber demostrado que las necesidades psicosociales del trabajador que se vieron cubiertas bajo la dinámica del paternalismo, generando así un proceso de persuasión que alcanza su objetivo al suscribir al bloque histórico del proletariado regiomontano al sistema de valores burgués; en el que el teatro funge el papel de administrador del tiempo libre y difusor de la ideología burguesa.

Conclusiones

La influencia de la burguesía regiomontana en la cultura y el teatro revela un entramado complejo de poder y hegemonía cultural. El empresariado utiliza herramientas culturales como el teatro para difundir su hegemonía, promoviendo valores como el ahorro y el trabajo, esenciales para alcanzar el éxito deseado. Este enfoque en el teatro como vehículo cultural es crucial para entender las raíces y dinámicas de nuestra condición cultural actual.

La élite regiomontana ha moldeado las prácticas morales y valores de la población a lo largo de la historia de Nuevo León. El teatro, en particular, ha servido para consolidar el bloque histórico que la clase dominante busca establecer, integrando a los trabajadores en el proceso creativo y utilizando el arte como medio de dominación y reproducción cultural.

Un ejemplo concreto de esta influencia es la transformación de la Cooperativa en la Sociedad Cuauhtémoc y Fa-Mo-Sa, A.C., uno de los primeros sindicatos blancos. Este cambio refleja cómo la burguesía regiomontana ha manejado la cultura como un elemento más dentro del flujo de la economía globalizada. Además, el teatro de fábrica desempeñó un papel formativo, no solo en el entretenimiento y formación cultural de los obreros, sino también en la creación de actores para la Escuela de Teatro de la UANL.

Las necesidades psicosociales de los trabajadores fueron atendidas bajo una dinámica de paternalismo, generando un proceso de persuasión que logró su objetivo al incorporar al proletariado regiomontano en el sistema de valores burgués. En este contexto, el teatro desempeña el papel de administrador del tiempo libre y difusor de la ideología burguesa.

En conclusión, la burguesía regiomontana ha utilizado el teatro como una herramienta de hegemonía cultural, moldeando la moral y los valores de la población. El análisis de estas influencias es fundamental para comprender la historia cultural de Nuevo León. La profesionalización y consolidación de grupos teatrales en fábricas reflejan cómo el arte puede ser instrumentalizado por la clase dominante para mantener su poder, a la vez que contribuye al desarrollo cultural y artístico de la región. Esta dinámica de poder y cultura sigue siendo un área de estudio que merece una exploración más profunda para una comprensión completa y matizada de la historia cultural local.


Arnoldo David Diaz Tamez es Licenciado en Historia por la UANL y docente en la Universidad del Valle de México. Desde 2011, ha participado activamente en movimientos sociales. A partir de 2015, ha colaborado en medios alternativos como Antihistoria y Regeneración Libertaria, además de contribuir en revistas barriales como Nuestra Voz, Av. Aztlán y Del Mero San Luisito. Sus investigaciones se enfocan en los movimientos sociales y barrios de Monterrey, explorados desde una perspectiva crítica. Destacan sus publicaciones “Patrimonio de la Industrialización del agua en Monterrey” y “Orígenes y estigmas de la colonia Independencia”.


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La pacarina

Pacarina o paqarina es una voz andina, un término quechua de tenor polisémico, que alegóricamente nos ayudará a expresar nuestras ideas, sentires y quehaceres. Signa y simboliza el amanecer, el origen, el nacimiento y el futuro. Se afirma como limen entre el caos y el orden, la luz y la oscuridad, el nacimiento y la muerte, lo femenino y lo masculino, el silencio y lo sonoro. La pacarina es lago, laguna, manantial y  mar del Sur, el principal eje de la unidad y movimiento del mundo contemporáneo.

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